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La épica resistencia del teniente Bouck y sus hombres en Lanzerath

Enero 07, 2018
El 16 de diciembre de 1944, tropas de la Wehrmacht y las Waffen-SS lanzaron una contundente contraofensiva en las Ardenas (Bélgica). La contraofensiva alemana pretendía dar un vuelco a la situación militar en el frente occidental. El objetivo era romper la unión entre los ejércitos aliados y llegar a Amberes, para de ese modo obligar a los aliados a negociar con el Tercer Reich.

En las Ardenas se hallaba el 8º Cuerpo de Estados Unidos. Muchas de las divisiones que integraban aquel Cuerpo de Ejército eran novatas. Los alemanes aprovecharon precisamente esa debilidad para emprender su contraataque. Blindados e infantería, precedidos por un monumental bombardeo de artillería atacaron el sector más débil de los aliados. La embestida del ataque germano fue arrolladora y los estadounidenses perdieron rápidamente grandes extensiones de terreno. Solo unas pocas unidades lograron oponer una resistencia coherente. Entre esas tropas que se defendieron del contraataque alemán con valentía destacan los hombres del teniente Lyle Bouck.


Cerca de Lanzerath, instalados en una loma que se ubicaba en una situación estratégica, se encontraban 18 hombres de la sección de inteligencia y reconocimiento del 394º Regimiento de la 99ª División. Al frente de la pequeña unidad estaba un joven teniente llamado Lyle Bouck. No muy lejos de los hombres de Bouck estaban los cazacarros del 14º Grupo de Caballería.


La mañana del 16 de diciembre tronaron los cañones alemanes. Cuando el estruendo de los cañones terminó, los cazacarros pusieron pies en polvorosa. La situación se fue agravando y alrededor de la posición de Bouck comenzaron a pasar hombres marchando en fila. Eran paracaidistas alemanes de la 3ª División Fallschirmjäger encuadrados en el 9º Regimiento.


Los estadounidenses permanecieron a la espera, aguardando el momento adecuado para abrir fuego sobre los alemanes. El teniente Bouck quería que el grueso columna enemiga estuviese en su línea de tiro. Cuando divisó un grupo de oficiales ordenó a sus soldados que estuviesen listos para disparar. Una chica salió de su casa y señaló la posición de Bouck. El teniente no quería matar a la chica y vaciló. Los alemanes, alertados, se guarecieron en las cunetas de la carretera.


Los alemanes fueron enviados contra las defensas de Bouck en una serie de asaltos frontales. Las ametralladoras tabletearon mientras acribillaban a los fallschrimjäguer. La pequeña unidad de Bouck se defendía empecinadamente, combatiendo a tan corta distancia que podían discernir los rostros de los alemanes. El teniente Bouck solicitó apoyo de artillería, pero la respuesta que recibió fue que debía resistir a toda costa.


Los paracaidistas germanos continuaban insistiendo con sus ataques frontales. Bouck no podía creer que el enemigo no tratase de flanquearles. Tuvo lugar una breve tregua para que los sanitarios alemanes evacuasen a sus heridos, después, la lucha continuó. La batalla se prolongó hasta el anochecer, cuando la unidad de Bouck estaba escasa de municiones. Ésta vez, los alemanes flanquearon la posición estadounidense con éxito.


Bouck y sus hombres fueron hechos prisioneros, pero la resistencia de su sección no había sido en vano. Habían logrado contener durante un día a todo un regimiento, perdiendo un hombre y sufriendo varios heridos. Por el contrario, las bajas alemanas fueron cuantiosas. Los registros hablan de más de cuatrocientas bajas alemanas, mientras que las estimaciones más conservadoras dejan esa cifra en cuarenta muertos.


En cualquier caso, lo que sí que es cierto es que la resistencia a ultranza de la sección del teniente Bouck permitió ganar tiempo a los aliados y retrasó notablemente el avance alemán.


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