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La tercera batalla de Kharkov

En 1943 la guerra se había tornado terriblemente adversa para Alemania. El 6º Ejército alemán fue aniquilado en Stalingrado, mientras que en el norte de África, las tropas del mariscal Rommel eran derrotadas por el 8º Ejército británico. Para mayor desgracia, los aliados japoneses de Hitler sufrían una debacle en la isla de Guadalcanal.

Así pues, el 6 de febrero Hitler se reunió con el mariscal de campo Erich Von Manstein para debatir un posible repliegue en el frente ruso. Mientras los alemanes pensaban en replegarse, los soviéticos avanzaban de manera fulgurante. La victoria rusa parecía imparable.


Los alemanes procedieron a un rápido repliegue, con el 1º Ejército Panzer retirándose del Caucaso y abandonando la ciudad de Rostov. Por su parte, un destacamento dirigido por el general Hollidt, se apostó en el río Mius. También el 48º Cuerpo Panzer se sumó al repliegue, situándose al norte de la ciudad de Stalino.


Las cosas empezaron a ponerse feas para los alemanes, pues el 16 de febrero de 1943, el Grupo Kempf tuvo que abandonar Kharkov para evitar una maniobra envolvente desde el norte. Las tropas soviéticas no perdieron el tiempo y aprovecharon las grietas en las líneas alemanas, alcanzando el 21 de febrero el río Dnieper.


Pero Von Manstein, pese al avance ruso, no parecía perder el ánimo. El mariscal alemán había atraído al enemigo a su trampa, esperando el momento apropiado para lanzar una contraofensiva. Entretanto, el 1º Ejército Panzer y el Grupo Hollidt convergieron en el río Mius, al norte de la ciudad de Stalino. Mientras tanto, desde Francia, llegaban poderosas formaciones blindadas para unirse a la batalla. Se trataba de un Cuerpo Panzer de las SS bajo el mando del general Hausser. Esta fuerza acorazada estaba equipada con un temible carro de combate: el Tiger.

El mariscal de campo Erich Von Manstein.


Llegado el 22 de febrero de 1943, las fuerzas alemanas emprendieron una contraofensiva. Un gran ataque con carros de combate con un potente respaldo aéreo cayó sobre las tropas soviéticas. Las formaciones alemanas atacaron con contundencia el flanco izquierdo de los rusos.


Por su parte, el 48º Cuerpo Panzer atacó en dirección a Barvenovka, la 17ª División Panzer conquistó Izyum y Protoponovka, ambas bañadas por las aguas del río Donets. Los tanques de las Waffen-SS se abrieron camino pasando por Losovaya para terminar enlazando con el Grupo Kempf.


La velocidad de la contraofensiva germana era arrolladora. En un terreno sin apenas ondulaciones y con el agua de los ríos congelada, los panzers embistieron a las unidades soviéticas. Ante tan brutal contraataque, el triunfalismo de los rusos se desvaneció, dando paso al desconcierto.


Numerosas unidades soviéticas fueron embolsadas, fueron muchos los soldados rusos que no consiguieron escapar del cerco. Tal fue el éxito alemán, que los rusos sufrieron 23.000 muertos y perdieron más de 600 tanques.


El avance continuaba, con el 48º Cuerpo Panzer dirigiéndose hacia los alrededores Kharkov, mientras el Cuerpo Blindado de las SS se cernía sobre la urbe. Los alemanes cosechaban éxitos en todas partes, pues el 1º Ejército  Panzer logró poner en retirada a los rusos, que se vieron obligados a replegarse a la otra margen del río Donets.


Sin embargo, con el gélido invierno ruso tocando a su fin, la nieve se derritió y el terreno quedó embarrado, lo que dificultaba el tránsito de los carros de combate. Pese al fango, los alemanes continuaron ganando terreno, rodeando Kharkov y emprendiendo ataques desde el norte y el oeste contra la ciudad. Los hombres de Hausser se enzarzaron en duras refriegas callejeras.


El escenario de la batalla en Kharkov era desolador, con las casas desvencijadas y en ruinas, los últimos restos de nieve sobre el castigado pavimento y los cadáveres acumulándose en las calles. Los soldados soviéticos luchaban con gran fiereza, pues combatían por salvar sus vidas.  En la plazas, desde sus trincheras, los rusos se defendían a sangre y fuego, mientras los edificios, pese a ser bombardeados en reiteradas ocasiones, se habían convertido en posiciones ideales para los francotiradores soviéticos. Llegado el 13 de marzo de 1943, las tropas alemanas lograron conquistar la estación de ferrocarril.


Fueron seis días de pesadilla para quienes lucharon en Kharkov. Los combates tocaron a su fin el 15 de marzo, cuando la fábrica de carros de combate fue tomada por los alemanes. La ciudad de Kharkov, de importancia estratégica, pasó a ser en un enclave neurálgico para las fuerzas alemanas. Prueba de ello es que se transformó en un importante centro logístico y de comunicaciones para las tropas germanas en el frente ruso.


Con este contraataque, los alemanes, competentemente dirigidos por el mariscal de campo Von Manstein, habían logrado reestablecer el equilibrio en el frente oriental. Por ello, la tercera batalla de Kharkov se considera como una de las maniobras militares más impresionantes y exitosas de la Segunda Guerra Mundial.


Tras la tercera batalla de Kharkov, el ejército alemán parecía revivir de la catástrofe de Stalingrado. Las pérdidas rusas eran espeluznantes: tres ejércitos y un cuerpo blindado. Los alemanes habían recuperado la iniciativa.


Animados por el éxito, los alemanes planearon la Operación Ciudadela, buscando la victoria decisiva en el frente oriental. Para tal propósito, los alemanes lanzaron todas sus reservas acorazadas en la batalla de Kursk, que tuvo lugar entre julio y agosto de 1943. Tal fue el número de tanques implicados en Kursk que, ésta, pasó a ser la mayor batalla de tanques de la Historia.


El resultado en Kursk fue desastroso, pues las tácticas alemanas no fueron suficientes y la superioridad numérica de los rusos terminó por imponerse. Alemania jamás se recuperaría de la batalla de Kursk, siendo inevitable la derrota germana en el frente oriental.

Un equipo antitanque soviético en la batalla de Kursk.

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