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La batalla de Guadalcanal, un punto de inflexión en el Pacífico

Enero 13, 2019
En el verano de 1942, los japoneses tenían bajo su dominio numerosas islas del Pacífico, así como vastos territorios en el sudeste asiático. Pese a la derrota sufrida en la batalla de Midway, el Imperio del Sol Naciente se cernía amenazante sobre Australia. En Guadalcanal, en las Islas Salomón, los nipones estaban construyendo un aeródromo, lo hacía de la remota isla un lugar estratégico.

Así pues, el 7 de agosto de 1942, tropas de la 1ª División de Marines de los Estados Unidos desembarcaron en Guadalcanal. En aquel momento, la 1ª División de Marines, bajo el mando del general Alexander Vandergrift, era la única fuerza de combatir a los japoneses. La división solo contaba con provisiones para 60 días y disponía de municiones para 10 días.


Tras un bombardeo previo de tres horas, guardaron silencio los cañones de los cruceros y destructores norteamericanos. Desde el aire, los aviones de los portaviones del contraalmirante Frank Fletcher, brindaban apoyo a las tropas terrestres.


El desembarco no encontró oposición y la fuerza principal avanzó hacia el litoral norte de Guadalcanal, mientras que unos 6.000 marines se encargaban de tomar Tulagi y Gavutu-Tanambogo. Así, la 1ª División de Marines avanzaba tierra adentro y en tan solo 36 horas logró hacerse con el aeródromo. Este campo de aviación pasaría a denominarse Campo Henderson, en honor a un piloto fallecido durante la batalla de Midway.

Los marines desembarcan en Guadalcanal.


Sin embargo, los marines estaban a punto de enfrentarse a graves problemas. Los portaviones de Fletcher se retiraron y la armada aliada sufrió duras pérdidas como consecuencia de los ataques llevados a cabo por la flota del vicealmirante Mikawa. En vista de tan nefastos acontecimientos, los buques estadounidenses abandonaron Guadalcanal. Esto dejaba a los marines sin buena parte de sus provisiones y de sus municiones, que aún no habían sido desembarcadas. Para mayor desgracia, otros 3.000 infantes de marina, que estaban a bordo de los barcos, tuvieron que regresar sin pisar Guadalcanal. Los marines tampoco habían podido desembarcar la mayor parte de su artillería pesada, ni de sus alambradas.


En la inhóspita jungla de Guadalcanal, los marines subsistieron gracias a las provisiones capturadas a los japoneses durante los primeros días de la invasión, así como también gracias a las bayas y raíces, que les servían de alimento.


Por su parte, los japoneses, enviaron refuerzos a Guadalcanal y el 20 de agosto el coronel Ichiki emprendió un contrataque contra los estadounidenses. Sin embargo, el intento por desalojar a los estadounidenses fracasó estrepitosamente. Los nipones sufrieron 1.000 muertos al atacar a los marines en la desembocadura del río Ilu. Ante tan desastrosos resultados, el coronel Ichiki se quitó la vida.

Escenario de la batalla del río Tenaru en Guadalcanal.


Por fortuna para los norteamericanos, aquel día, los primeros aviones tomaron tierra en el aeródromo de Campo Henderson. De este modo, Vandergrift disponía del apoyo aéreo de 12 bombarderos Dauntless y 19 cazas Wildcat.


Los japoneses, empecinados por expulsar a los marines de Guadalcanal, pusieron en marcha lo que se denominaría “el expreso de Tokio”. Transportados en destructores, llegaron refuerzos nipones a la isla.


Alrededor de la isla se desarrollaban furiosos duelos aéreos y navales, mientras que los infantes de marina permanecían firmemente anclados a su perímetro defensivo, deteniendo todas las tentativas japonesas. Las condiciones en las que combatían en la isla se tornaron miserables, con tormentas tropicales, insectos y serpientes venenosas o enfermedades tropicales como la malaria, por no hablar de otras dolencias como la disentería.


Durante las noches del 12 y el 13 de septiembre de 1942, el general Kawaguchi trató de conquistar el aeródromo atacando a través del cerro sangriento. Sin embargo, se toparon con la férrea resistencia de los mejores marines: un batallón de infantería de marina, un batallón de paracaidistas y un batallón de raiders y artillería, todos ellos comandados por el teniente coronel Merritt Edson.


La lucha fue encarnizada y los nipones estuvieron cerca de quebrar las líneas estadounidenses. Pero los japoneses se toparon con un muro infranqueable. Se trataba de soldados fanáticos combatiendo contra auténticos profesionales como los marines. Cuando amaneció el 14 de septiembre, el terreno de batalla estaba poblado por cientos de cadáveres nipones.

El cerro sangriento, Guadacanal.


Por fin, cinco días después de la desesperada defensa en el cerro sangriento, los marines fueron reabastecidos. A medida que transcurría el tiempo, los estadounidenses veían su posición fortalecida. Todo ello les llevó a construir un aeródromo en Kukum.


Merece la pena destacar los fortísimos combates que se produjeron en el flanco derecho de los marines, en el río Matanikau.


Pero los japoneses aún estaban lejos de darse por vencidos, por lo que arribó a Guadalcanal el general Hyakutake con nuevos refuerzos, lo que hacía que los nipones contasen con 20.000 hombres. Por su parte, los norteamericanos no habían perdido el tiempo y ahora contaban en sus filas con tropas del 164º regimiento de infantería del ejército.


Así, el 24 y el 25 de octubre, los japoneses volvieron a atacar el cerro sangriento con funestos resultados. Los nipones continuaban enviado más y más tropas contra el perímetro americano, pero no conseguían quebrar las defensas de los estadounidenses.


Tras una prolongada guerra de desgaste, el 9 de diciembre, se decidió retirar a la exhausta 1ª División de Marines. Fue entonces cuando el ejército tomó el control de la batalla, con el general Patch al frente de 50.000 hombres. Por el contrario, el general Hyakutake, solo podía contar con la mitad de hombres que Patch.


Debido a la agresividad de las fuerzas aéreas y navales de los Estados Unidos, la situación nipona comenzó a deteriorarse. Los japoneses veían cómo los suministros escaseaban.


El ejército de Patch lanzó una ofensiva más allá del río Matanikau y el 23 de enero de 1943 conquistó el cuartel del general Hyakutake en Kokumbona. Sin embargo, el general Patch tuvo que detener su ofensiva cuando recibió informaciones de que una gran fuerza naval japonesa se aproximaba a Guadalcanal. Tan solo resultaron ser destructores que acudían para evacuar a los soldados nipones.


Los japoneses lograron evacuar a sus tropas de Guadalcanal y tras seis meses de intensos combates, la batalla por la isla había concluido. La contienda se había saldado con 20.000 bajas para los estadounidenses por 32.000 bajas de los japoneses.


Con la victoria de Guadalcanal, los estadounidenses habían dado el primer paso en su camino hacia Tokio. A partir de ahí, comenzaría una dura lucha de isla en isla hasta llegar a Japón.

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