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Sangre en la nieve, la batalla de las Ardenas

Eran muchos los que creían que, tras la campaña de Normandía, Alemania no tardaría mucho en derrumbarse. Sin embargo, las ofensivas aliadas se estrellaron en lugares como Arnhem y el bosque de Hürtgen.

Ahora bien, la situación era terrible para Alemania, pues debía combatir a los rusos en el frente oriental y a los aliados en el oeste. A pesar de los bombardeos aéreos y duros varapalos militares sufridos, Alemania había logrado registrar cifras record de producción en 1944.


Con Alemania acosada, Hitler buscaba una ofensiva milagrosa que le permitiese cambiar el curso de la guerra. Pensó en las Ardenas (Bélgica). Si su contraofensiva triunfaba, Hitler creía que podría negociar con los aliados y volcar todas sus fuerzas hacia su gran enemigo: la Unión Soviética.


El objetivo era atacar en el sector más débilmente defendido por los aliados, partir en dos a sus ejércitos y alcanzar la ciudad portuaria de Amberes. De este modo, la contraofensiva fue engañosamente bautizada con el nombre de “Guardia en el Rhin”, como si se tratase de una operación de carácter defensivo.


Pero los generales de Hitler desaconsejaron la ofensiva. Es más, la idea de Hitler les horrorizó, pues no disponían de los recursos suficientes como para culminar con éxito un contraataque de tal magnitud. No obstante, en las Ardenas, Alemania contaría con nuevas armas, como los cazas a reacción Me 262 o el tanque pesado Tiger II.


Para neutralizar la superioridad aérea de los aliados se decidió atacar con mal tiempo. Por ello, la fecha del ataque terminó fijándose para el 16 de diciembre de 1944.


Para tal propósito los alemanes disponían del 6º Ejército Blindado de las SS que atacaría por el norte, mientras que el 5º Ejército Panzer atacaría por el centro y el 7º Ejército protegería el flanco sur. Por su parte, los aliados disponían únicamente del 8º Cuerpo de Estados Unidos. Los estadounidenses contaban con divisiones muy castigadas en la batalla de Hürtgen como la 28ª y la 4ª, mientras que la 106ª y la 99ª carecían de experiencia de combate.


Para incrementar el desconcierto, Hitler lanzaría tras las líneas aliadas a los comandos de Skorzeny. Estos hombres, disfrazados de estadounidenses y hablando inglés, se encargarían de provocar el caos, indicando direcciones erróneas y cambiando los letreros de las carreteras. Todo estaba dispuesto para la operación “niebla de otoño”.


Subestimando a los alemanes, los aliados quedaron completamente sorprendidos cuando el tronar de los cañones desató la contraofensiva alemana de las Ardenas a las 05:35 horas del 16 de diciembre de 1944. El ataque fue arrollador, con el 5º Ejército Panzer vapuleando a la 28ª División de Infantería de Estados Unidos y a la 106ª División estadounidense.

Tropas estadounidenses se rinden a los alemanes en los primeros compases de la batalla de las Ardenas.


Ahora bien, los comandos de Skorzeny no lograron generar la suficiente confusión. Si bien es cierto que sí provocaron cierta preocupación y desconfianza entre los aliados. Así, en los controles de carretera se preguntaba a los soldados por el béisbol y la cultura estadounidense para desenmascarar a los posibles saboteadores. El hecho de vestir uniformes estadounidenses les supuso ser ejecutados tras ser capturados.

Las tropas alemanas pasan al ataque en las Ardenas.


Otra operación especial alemana en las Ardenas resultó especialmente desastrosa. Unos 1.200 hombres bajo el mando del coronel Von der Heydte debían saltar tras las líneas estadounidenses para cortar la retirada aliada. Sin embargo, los paracaidistas de Von der Heydte cayeron muy lejos de sus zonas de lanzamiento. Con un contingente insuficiente y carente de armamento pesado, a Von der Hedyte, hambriento, con un brazo roto y con los primeros síntomas de neumonía y congelación, no le quedó otra opción que rendirse.


A pesar del escaso éxito en sus misiones, las incursiones de Von der Heydte y Skorzeny generaron un gran pánico en la retaguardia aliada. Miles de estadounidenses perdieron el tiempo patrullando los bosques en busca de paracaidistas enemigos. Por su parte, algunos de los hombres de Skorzeny, tras ser apresados, sembrando la desinformación, afirmaron que formaban parte de una misión para secuestrar o asesinar al general Eisenhower. Un estado de psicosis rodeaba al general Eisenhower, que permanecía enclaustrado en su cuartel general, protegido por fuertes medidas de seguridad.


El prometedor avance del 5º Ejército Panzer se vio detenido en la localidad de Bastogne. Aquel enclave era de vital importancia, pues en Bastogne confluían siete carreteras. Para su defensa, los aliados contaban con la aguerrida 101ª División Aerotransportada, comandada por el general de brigada Anthony McAuliffe. A pesar de estar rodeada y de la escasez de suministros, la 101ª División Aerotransportada resistió el asedio con gran determinación.


Mientras tanto, el 6º Ejército Blindado de las SS de Sepp Dietrich no logró llegar a la sierra de Elsenborn. Para colmo de males, los alemanes se enfrentaban a la escasez de combustible y dependían en buena medida del combustible que pudieran capturar en los depósitos de suministros aliados. Para decepción de Hitler, los blindados de las SS no habían alcanzado el río Mosa el 19 de diciembre.


Eisenhower, al frente de las fuerzas aliadas, reunido con sus generales en Verdún el 19 de diciembre, veía la batalla de las Ardenas como una oportunidad para dar el golpe de gracia al ejército alemán. Así, entre otras medidas, se decidió que el 3º Ejército de Patton virase al norte para acudir al rescate de la 101ª División Aerotransportada, que permanecía asediada en Bastogne.

Soldados de la 101ª División Aerotransportada en Bastogne.


Por otra parte, buena parte de las fuerzas del 12º Grupo de Ejércitos de Bradley fueron temporalmente puestas bajo el mando del mariscal Montgomery. Este hecho sentaría muy mal al general Bradley. De hecho, las posteriores declaraciones de Montgomery en las que se atribuía el mérito de la victoria en las Ardenas provocaron un profundo malestar entre los estadounidenses.


En St. Vith, los alemanes lograron expulsar a la 7ª División Blindada de Estados Unidos, pero, a medida que transcurrían los días, las opciones de victoria de los germanos se desvanecían. Mientras tanto, los combates se recrudecían entre la nieve, en medio de un gélido invierno, con cada vez más tropas sumándose a la batalla.


Con los estadounidenses movilizando sus recursos a gran velocidad, los aliados no tardaron en tener superioridad en el sector de las Ardenas. Los cielos se despejaron y la aviación aliada volvió a reinar en el aire. El avance del 5º Ejército Panzer se estancaba y el 26 de diciembre de 1944 la 4ª División Blindada de Estados Unidos rompía el asedio que sufría la 101ª División Aerotransportada en Bastogne.


Al haber tal cantidad de fuerzas aliadas concentradas en las Ardenas, Hitler se percató de que llegar hasta Amberes era un objetivo imposible. Los estadounidenses pasaron a la ofensiva en enero de 1945, acabando con el saliente alemán en lo que se denominó la batalla del bulgue.


La batalla de las Ardenas fue una de las más duras de la Segunda Guerra Mundial. Los combates estuvieron marcados por el frío, la nieve y la brutalidad. Se dieron atrocidades por parte de ambos bandos, entre las que cabe resaltar la masacre de Malmédy, donde los prisioneros estadounidenses fueron ejecutados por tropas de las Waffen-SS. Precisamente las unidades de las SS, acostumbradas a la lucha en el frente oriental, se condujeron con brutalidad en las Ardenas. Los estadounidenses, al tener conocimiento de las atrocidades de las Waffen-SS, respondieron con la misma brutalidad.


Con la derrota alemana en las Ardenas, los aliados continuaron aproximándose a la frontera, listos para dar el siguiente paso: la invasión de Alemania. Así, el 7 de marzo, los estadounidenses se harían con un puente en el Rhin en Remagen, mientras que el 24 de marzo Montgomery emprendía la Operación Varsity, un ataque aerotransportado para cruzar el Rhin. Sin embargo, Patton se le adelantaría a Montgomery cruzando dos días antes el Rhin en Oppenheim.

 

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