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Combate a vida o muerte en Sainte-Mère-Èglise

Junio 06, 2021
En la noche del 5 al 6 de junio de 1944, los bomberos y los vecinos de la pequeña localidad normanda de Sainte-Mère-Église se afanaban por apagar los incendios. El Día-D había llegado y toda Normandía era un caos.

Las llamas provocadas por el estallido de una bomba incendiara engullían la casa del señor Harron. El fuego se extendía por las viviendas y los vecinos Sainte-Mère-Église formaban cadenas para pasarse los cubos de agua. Mientras tanto, las campañas tañían y los alemanes, provistos de fusiles Máuser Kar 98k y de subfusiles MP-40, permanecían alerta.

Las explosiones centelleaban en el firmamento, la munición antiaérea, como si se tratase de tiras luminosas, brillaba en la oscuridad mientras se elevaba a los cielos. Los motores rugían por encima de las cabezas de los apurados franceses. Se trataba de auténticas bandadas de aviones transportando a los paracaidistas estadounidenses. Aquella noche, el pueblo de Sainte-Mère-Église se había convertido en un objetivo para la 82ª División Aerotransportada de Estados Unidos.

Aterrorizados por el estruendo de los aviones y por el cañoneo de la artillería antiaérea, los vecinos corrieron a resguardarse en sus casas. De repente, los paracaidistas empezaron a llover del cielo. Las campanas de los paracaídas se desplegaban en rápida sucesión y los estadounidenses, en su lento descenso, se aproximaban directamente hacia una trampa mortal.

La localidad de Sainte-Mère-Èglise.

 

Alertados, los alemanes cazaron a los norteamericanos como si de patos se tratase. Los paracaidistas, sin posibilidad de reaccionar, caían muertos en el cielo o eran acribillados en los tejados. Unos treinta paracaidistas perecieron en tan desafortunado lanzamiento. Aquella noche, el soldado John Steele, del 505º Regimiento de Infantería Paracaidista de la 82ª División Aerotransportada, quedó encallado sobre el campanario de la iglesia. Sabía que, si intentaba escapar, era hombre muerto. Así pues, Steele, herido y con su paracaídas enganchado en el campanario, fingió estar muerto mientras una carnicería tenía lugar a sus pies. Dos horas después sería descolgado de lo alto de la iglesia y caería prisionero en manos de los alemanes. Gracias a su astucia, Steele había logrado salvar el pellejo. No mucho después conseguiría escapar y reincorporarse a su división.

El soldado John Steele, de la 82ª División Aerotransportada, que fingió estar muerto mientras yacía colgado de la iglesia de Sainte-Mère-Èglise.

 

Sin embargo, aquel asalto fallido en el que los paracaidistas habían sido acribillados según llovían de los cielos, no iba a ser el último combate en Sainte-Mère-Église. El 3º Batallón del 505º Regimiento de Infantería Paracaidista tomó tierra en las zonas designadas y el teniente coronel Krause se apresuró a reunir a sus hombres. Antes de marchar hacia su objetivo, los soldados de Krause no tuvieron más remedio que llevar consigo a un francés ebrio al que habían atado debido a la amistad que mantenía con la guarnición germana. Krause se puso manos a la obra y dividiendo a sus fuerzas en seis grupos logró alcanzar Sainte-Mère-Église.

Combates en Sainte-Mère-Èglise.

Al llegar, los hombres de Krause se encontraron con un pueblo que permanecía sumido en un silencio sepulcral. Las casas estaban cerradas a cal y canto y las llamas anaranjadas que consumían los edificios se habían extinguido. Horrorizados, los paracaidistas de Krause vieron a sus hermanos de armas muertos, colgando aún de sus paracaídas. A pesar de ello, la toma de Sainte-Mère-Église no entrañó grandes dificultades para los norteamericanos, que terminaron haciéndose con el control de la localidad. De hecho, buena parte de los defensores alemanes ya se habían retirado a sus cuarteles antes de la llegada de las fuerzas de Krause. Por su parte, los norteamericanos consiguieron capturar a otros 30 enemigos.

Con Sainte-Mère-Église en manos norteamericanas, los hombres de la 82ª División Aerotransportada izaron una vieja bandera de los Estados Unidos. Era la bandera del 3º Batallón del 505º Regimiento de Infantería Paracaidista, que había hondeado en las calles de Nápoles.

En la mañana del 6 de junio de 1944, dos compañías georgianas que formaban parte del 795º Ostbataillon, respaldados por fuerzas de la 91ª División Luftlande, trataron de desalojar a los paracaidistas estadounidenses. Pese a que los alemanes superaban a los norteamericanos en una proporción de 5 a 1, los paracaidistas lograron conservar la población luchando a sangre y fuego.

 

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