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La séptima gira, una fotografía icónica y una recaudación récord para la causa

Corría el año 1945 y Estados Unidos encaraba la fase final de la guerra con un terrible coste económico y humano. Financiar una guerra no era un asunto baladí, pues el Tesoro estadounidense pretendía recaudar 14.000 millones de dólares mediante la emisión de bonos de guerra.

En lugar de recurrir a una subida de impuestos, el Secretario del Tesoro de los Estados Unidos, Henry Morgenthau, se decantó por emitir bonos públicos para poder financiar la participación estadounidense en la Segunda Guerra Mundial. Empresas y particulares compraban bonos emitidos por el gobierno y, a cambio, percibían unos intereses que podían ser semestrales o anuales, sin olvidar que, al cabo de un tiempo, recibirían el capital aportado.

Henry Morgenthau, Secretario del Tesoro de los Estados Unidos durante la Segunda Guerra Mundial.

 

No cabe duda de que esta fórmula resultó muy exitosa. Un aire festivo y patriótico rodeaba a las giras de emisión de bonos de guerra. Casetas, banderas estadounidenses, voluntarios, música, eventos multitudinarios y un aluvión de anuncios en prensa, radio y cómics. Todo buen americano debía contribuir a la causa comprando bonos de guerra.

La publicidad, un elemento clave en las giras de bonos de guerra.

 

De entre las distintas giras, sobresalía la séptima, donde, como mencionábamos anteriormente, el objetivo era conseguir un total de 14.000 millones de dólares. Se trataba de una cantidad astronómica, similar al total de los gastos del gobierno de los Estados Unidos en 1941. Y es que, la Segunda Guerra Mundial no era un conflicto precisamente barato, no solo en sufrimiento y agonía, sino que, cada minuto de guerra, suponía unos 175.000 dólares.

 

La séptima gira planteaba un desafío adicional para el gobierno norteamericano. Para ello, se recurrirían a actos políticos, una colosal campaña publicitaria, estrellas del cine y de la música y veteranos de guerra. De hecho, aquí jugarían un papel clave los supervivientes que fueron inmortalizados en la mítica fotografía en la que aparecen izando la bandera estadounidense en la isla de Iwo Jima.

Así fue como Ira Hayes, Rene Gagnon y John Bradley se convirtieron en un verdadero reclamo para la sociedad estadounidense. En Washington fueron recibidos por miembros del gobierno, del Congreso y del Senado. Poco después, los tres veteranos viajarían hasta la ciudad de Nueva York para continuar con la gira. Eso sí, marchaban escoltados por el sargento Keyes Beech, quien vigilaba estrechamente el comportamiento de los tres muchachos. Entretanto, el Secretario del Tesoro Morgenthau, el cómico Bob Hope y el cantante Bing Crosby protagonizaron un importante evento en Nueva York para animar a la ciudadanía a comprar bonos de guerra.

La fotografía de Joe Rosenthal muestra a seis marines izando la bandera sobre el monte Suribachi durante la batalla de Iwo Jima.

A su llegada a la Gran Manzana, los tres supervivientes de Iwo Jima fueron calurosamente recibidos por la muchedumbre en la Grand Central Station y se alojaron en el lujoso Hotel Waldorf-Astoria.

Los tres veteranos firmaron autógrafos en el Roxy Theatre de Times Square, mientras los empresarios del mundo de la moda aportaban una donación de 100 millones de dólares para la causa. Llegado el 11 de mayo de 1945, en medio de un gran espectáculo que evento que congregó a decenas de miles de neoyorquinos, tuvo lugar la inauguración de una escultura que inmortalizaba a seis marines izando la bandera estadounidense sobre el monte Suribachi.

Sin embargo, los flashes, la fama y la constante presencia de la prensa a cada paso que daban, no fue un plato fácil de digerir para los tres héroes de Iwo Jima. De hecho, Ira Hayes, quien se había desempeñado como un excelente marine en combate, cayó en el alcoholismo.

Con la finalidad de conseguir 700 millones de dólares, la séptima gira continuó en la ciudad norteña de Boston, en el estado de Massachusetts. De hecho, la entonces mujer del futuro presidente Reagan, la actriz Jane Wyman, tomó parte en la campaña que tuvo lugar en Boston.

Mientras tanto, los tres héroes de Iwo Jima arribaron a Boston, donde irrumpió por sorpresa Pauline, la novia de Rene Gagnon. Y es que, Pauline, pretendía beneficiarse de la fama que Gagnon había ganado gracias a la séptima gira y a la icónica fotografía de Iwo Jima. De hecho, desde la vuelta de Gagnon a los Estados Unidos, Pauline le había insistido una y otra vez en contraer matrimonio.

La gira prosiguió, con los tres marines regresando a la ciudad de Nueva York el 14 de mayo de 1945. En el Hotel Waldorf-Astoria, los tres veteranos se encontraron con las madres de sus hermanos de armas caídos. De hecho, el propio Ira Hayes, muy afectado, rompió a llorar abrazado a Madeleine Evelly, la madre de su compañero marine Hank Hansen.

La gira conseguía recaudar fondos a buen ritmo, los estadounidenses respondían comprando bonos masivamente, pero los tres veteranos de Iwo Jima se veían asaltados por los demonios de lo vivido en la sangrienta batalla. También la presión mediática de la prensa era algo con lo que debían lidiar aquellos tres hombres sencillos.

De izquierda a derecha, Rene Gagnon, John Bradley y Ira Hayes, veteranos de Iwo Jima que izaron la bandera sobre el monte Suribachi y que se convirtieron en estrellas durante la séptima gira.

A pesar de todo, al día siguiente, Hayes, Bradley y Gagnon prosiguieron con la gira, pasando por la emblemática bolsa de Wall Street. Allí, el presidente de la Bolsa de Nueva York dio su palabra de recaudar la friolera de 1.000 millones de dólares para la séptima gira.

No solo Nueva York tuvo una contribución decisiva, sino que, en Chicago, unos 327 millones pasaron a engrosar las cifras de recaudación de la gira. Humphrey Bogart, Ida Lupino y Lauren Bacall eran algunos de los grandes nombres que se sumaron a esta gran campaña. Mientras tanto, para disgusto de Ira Hayes y John Bradley, Pauline, la novia de Rene Gagnon, volvió a irrumpir en la gira en busca de notoriedad.

Precisamente otro fastuoso espectáculo tuvo lugar en la gran urbe situada a orillas del lago Michigan. En un estadio situado junto al lago, ante 50.000 personas, los tres marines debían izar la bandera sobre una enorme reproducción del monte Suribachi de Iwo Jima. Sin embargo, Ira Hayes, en un estado terriblemente etílico, tuvo que entre Bradley y Gagnon para evitar que se desplomase ante el público mientras izaban la bandera.

Las frecuentes borracheras de Ira Hayes tuvieron consecuencias, por lo que, dado su comportamiento, fue apartado de la gira y se le ordenó reincorporarse a su unidad. Bradley y Gagnon, bajo la supervisión de Beech, proseguirían con la campaña. Entre junio y julio la gira se desplazaría a las ciudades sureñas, avanzando con una exitosa recaudación y batiendo records.

La batalla de Okinawa era el paso inmediato antes de la invasión de las islas principales de Japón y todo parecía presagiar un gran esfuerzo económico y militar. Llegado el 4 de julio, en medio de la gran fiesta nacional de los Estados Unidos, concluía la séptima gira. Tres días después, con John Bradley como padrino, Rene Gagnon contraía matrimonio con Pauline (muy a la sazón de la madre del propio Gagnon).

A pesar de los vaivenes emocionales de los tres veteranos, de la presión que suponía ser objeto de una gran atención mediática, se había conseguido el objetivo de recaudación. Actores, cantantes y veteranos como los tres hombres que izaron la bandera en Iwo Jima habían remado en la misma dirección, logrando la cifra récord de 26.300 millones de dólares recaudados para la causa. No cabía duda de que la célebre fotografía tomada por Joe Rosenthal, en la que seis marines enarbolaban una bandera, había tenido un gran impacto en la moral estadounidense y en la campaña de bonos de guerra.

Bono de guerra de la serie E de 1944.

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