Con la capitulación de Francia, el país quedó dividido en dos. El norte ocupado por las tropas alemanas y el sur, con capital en la ciudad de Vichy, gobernado por el régimen colaboracionista del mariscal Pétain.
Hitler ante la Torre Eiffel en París.
La represión, la persecución a los judíos y el hambre fueron algunos de los elementos que incrementaron la hostilidad de los franceses hacia los alemanes. A pesar de ello, menos del 2% de los franceses engrosaban las filas de la Resistencia o colaboraba con ella.
En sus comienzos, la Resistencia publicaba diversos periódicos clandestinos y colaboraba en la evacuación de aviadores aliados. Asimismo, resultaron determinantes a la hora de reunir información sobre las fuerzas de ocupación alemanas.
Entre los integrantes de la Resistencia había miembros de muy diversas ideologías. Cabe señalar que, en un principio, los comunistas que habían combatido a Franco en la guerra civil española se mostraron reacios a atacar a los alemanes. La razón era el acuerdo de no agresión del pacto germano-soviético. Con la invasión alemana de la Unión Soviética en junio de 1941, todo eso cambió.
Pétain, situado a la izquierda de la fotografía, máximo dirigente del régimen pronazi de Vichy estrecha la mano del dictador Adolf Hitler.
El francés Pierre Georges fue uno de los primeros comunistas en combatir a los alemanes, intentando sabotear los ferrocarriles hasta en 16 ocasiones. No obstante, los éxitos de Georges fueron limitados.
Sin embargo, los verdaderos éxitos de los comunistas franceses llegaron en octubre de 1941. Su objetivo era Karl Hotz, el comandante de la guarnición alemana de la ciudad de Nantes. A corta distancia, fue disparado por el resistente Gilbert Brustlein. El oficial que acompañaba a Brustlein, bloqueado por el pánico, no pudo reaccionar. Mientras tanto, Brustlein y su compañero huyeron.
Furioso, Hitler ordenó tomar represalias. Los alemanes tomaron rehenes, condenaron a 47 personas a muerte y efectuaron deportaciones a campos de concentración.
De hecho, el propio Brustlein y sus camaradas celebraron el asesinato de Karl Hotz en un popular establecimiento de París. La Gestapo no tardaría en cazar a los miembros del grupo de Brustlein. Hasta 20 de los 32 integrantes del grupo fueron apresados.
Karl Hotz, oficial de la Wehrmacht asesinado por miembros de la Resistencia francesa en la ciudad de Nantes.
Los primeros años en la Resistencia fueron complicados y los fallos en la seguridad provocaron numerosas desgracias. Prueba de ello fue lo sucedido con el grupo “Carte” en la localidad de Antibes. Uno de sus mensajeros sucumbió al sueño en el tren y la Gestapo aprovechó el descuido para hacerse con un maletín en el que se hallaban los nombres de más de 200 personas del grupo.
En cualquier caso, los alemanes respondían a los ataques de la Resistencia con brutalidad. Las autoridades alemanas y la policía francesa se mostraban muy eficientes en la persecución a la resistencia francesa. Las represalias, las torturas, las ejecuciones y las deportaciones a campos de exterminio formaban parte de sus medidas habituales. Así pues, hay estimaciones que cifran en más de 100.000 bajas las pérdidas de la resistencia tanto en combate como en los campos de exterminio.
Más allá de la lucha contra los propios alemanes, la Resistencia no estaba exenta de divisiones. Así, el general Charles De Gaulle hacía hincapié en que era él quien estaba al mando. Las divisiones políticas eran manifiestas y la falta de armas y entrenamiento se convirtieron en un problema endémico.
Charles De Gaulle, líder de la Francia Libre.
Gracias a la llegada de Jean Moulin, designado como embajador de De Gaulle ante la Resistencia, fue posible establecer un mando único. Moulin se ganó la confianza tanto de los izquierdistas como de quienes mostraban unas convicciones políticas conservadoras. De este modo, se creó el Consejo Nacional de la Resistencia, una estructura que coordinaba las acciones de la Resistencia.
Jean Moulin
Por su parte, alrededor de 800 agentes británicos instruyeron a los franceses en el uso de armas y en técnicas de sabotaje. Los aliados querían contar con una fuerza sobre el terreno que, llegado el desembarco de Normandía, sabotease las comunicaciones alemanas, destruyese las líneas ferroviarias y atacase las carreteras. Esta fuerza debía permanecer oculta y golpear llegado el Día D.
Con el maquis extendiéndose por toda Francia, el primer ministro británico Churchill ordenó proporcionar armas a la Resistencia. Así, antes de que se produjese el desembarco de Normandía, más de 1.000 toneladas de armamento fueron lanzadas sobre Francia. Por su parte, la Resistencia también se nutrió de armas gracias a los robos perpetrados en instalaciones militares alemanas.
Para coordinarse con los franceses, los agentes del SOE (Directiva de Operaciones Especiales) saltaron en paracaídas sobre Francia. Un claro ejemplo de ello fueron el comandante John Farmer y Nancy Wake. Estos agentes entrenaron en acciones de sabotaje a los miembros de la Resistencia. Sus objetivos eran las vías férreas, el suministro de energía y las comunicaciones alemanas.
Nancy Wake
Con la guerra tomando un cariz adverso para Alemania, en febrero de 1943, el régimen pronazi de Vichy reclamó a todos los hombres franceses de entre 20 y 22 años para realizar trabajos forzados en las fábricas de armas. Ante tan sombría perspectiva, muchos franceses huyeron de los trabajos forzados, se ocultaron en los bosques y se organizaron formando grupos guerrilleros.
Ya en la primavera de 1944, los miembros de los franceses escuchaban con atención las emisiones de la BBC, pues transmitían mensajes cifrados. El 1 de junio de 1944, fueron emitidas las tres primeras líneas de Canción de otoño, del poeta francés Paul Verlaine. Aquello era la señal inequívoca de que pronto los aliados desembarcarían en Francia.
Así pues, la Resistencia y los agentes del SOE, se dispusieron a intensificar sus acciones de sabotaje.
Un mensaje emitido el 5 de junio en la BBC resultó determinante: los dados están sobre la alfombra. Significaba que la Resistencia debía incrementar sus acciones de sabotaje. En las siguientes veinticuatro horas, se perpetraron más de 1.000 sabotajes, siendo especialmente atacadas las infraestructuras ferroviarias.
También se realizaron ataques contra centrales eléctricas y telefónicas, contribuyendo a crear la incertidumbre entre los mandos alemanes. Mientras las tropas alemanas luchaban por defender las costas de Normandía, esperaban unos refuerzos que se retrasaban debido a unas infraestructuras ferroviarias que habían sido saboteadas.
Partisano francés colabora con las fuerzas aliadas durante la liberación de Francia.