Con la conquista de las Islas Marianas por parte de las fuerzas estadounidenses en 1944, comenzó una campaña de bombardeos contra las islas principales de Japón. Los bombarderos B-29 de la 20º Fuerza Aérea del general Le May arrasaban las ciudades japonesas. Los endebles edificios nipones, construidos con madera, barro, paja y papel ardían fácilmente ante los bombardeos incendiarios de los norteamericanos. A medio camino entre Japón y las Islas Marianas, se situaba Iwo Jima, una pequeña isla volcánica que podía servir como aeródromo para que los B-29 alcanzados pudiesen efectuar aterrizajes de emergencia. Entre febrero y marzo de 1945, Iwo Jima se convirtió en objeto de sangrientas disputas entre los marines y los soldados japoneses.