A finales de 1944, la guerra en el Pacífico no marchaba bien para Japón. El Imperio del Sol Naciente había sufrido severas derrotas y las fuerzas estadounidenses avanzaban de isla en isla. Las Marianas habían caído y los bombarderos B-29 tenían Japón a su alcance. Para mayor desgracia, tras la batalla de Leyte, la flota nipona había pasado a ser una fuerza insignificante.
La Operación Iceberg constituía el paso previo a la invasión de Japón. Ante las fuerzas estadounidenses se extendía la isla de Okinawa y sus archipiélagos cercanos. Como parte de las operaciones previas, la Armada debía limpiar las aguas próximas a Okinawa y bombardear las playas de Hagushi. Otro de los pasos preliminares era la conquista de las cercanas islas Kerama.
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