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José Luís Hernández Garvi nos acerca a la Gran Guerra de una forma diferente en "Eso no estaba en mi libro de la Primera Guerra Mundial"

Cuando pensamos en la Primera Guerra Mundial, nuestra mente evoca imágenes desgarradoras de soldados muertos entre las alambradas o escenas de hombres sufriendo penurias entre el barro en las trincheras. Sin embargo, más allá de los clichés, hay aspectos fascinantes y menos desconocidos que nos desvela José Luís Hernández Garvi en su obra “Eso no estaba en mi libro de la Primera Guerra Mundial”.

Golpe de mano de los marines en la isla de Makin

Tras el ataque japonés a Pearl Harbor, Estados Unidos encadenó una serie de dolorosas derrotas, mientras que los japoneses lograban expandir rápidamente su imperio en Asia y el Pacífico. Los bombardeos de Doolittle sobre Japón contribuyeron a levantar la moral norteamericana y el triunfo estadounidense en la batalla aeronaval de Midway puso freno a la avalancha nipona. Así pues, los marines se preparaban para dar un golpe de mano en el Pacífico.

Gas venenoso, una nueva arma en la Primera Guerra Mundial

La fase inicial de la Primera Guerra Mundial estuvo marcada por una guerra de movimientos, sin embargo, a medida que transcurrían los meses, los frentes se estancaron y los ejércitos cavaron trincheras. Una extensa línea de alambradas y trincheras dividía Europa. Los ejércitos de aquella época disponían de una gran potencia de fuego, pero tenían escasa movilidad. Ante semejante estancamiento, los alemanes buscaban una ventaja decisiva, por lo que terminaron recurriendo al gas tóxico.