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Egipto, historias de la retaguardia aliada en el norte de África

Más allá de las batallas libradas en lugares como Tobruk, Gazala o El Alamein, es interesante prestar atención a las historias de retaguardia en Egipto. Para los soldados del 8º Ejército, ciudades como Alejandría y El Cairo suponían descanso, diversión y peleas.

Las tropas británicas y de la Commonwealth podían disfrutar de diversas salas de cine. Ahora bien, los espectáculos concluían con el himno nacional egipcio, que las tropas entonaban con versiones despectivas. También los cabarets como el Pole Nord eran un foco de atracción para los soldados.


Un lugar a destacar era el Hotel Shepheard’s. Aquel establecimiento congregaba a lo más selecto de la sociedad de El Cairo y a lo más granado de la oficialidad aliada. Camareros con túnicas blancas ofrecían bebidas a los huéspedes en tan insigne hotel. En sus terrazas, en el comedor y en el bar, se reunían periodistas, expertos civiles en armamento, hombres de negocios, famosos actores y actrices y altos oficiales. De hecho, un chascarrillo despectivo decía que había quienes pretendían ganar la guerra desde el Shepheard’s. También se decía que cuando Rommel entrase en El Cairo se alojaría en el Shepheard’s.

El Hotel Shepheard's, un lujoso establecimiento en El Cairo.


Otro opulento lugar a destacar era el Club Náutico de Alejandría. Es curioso que, en septiembre de 1942, en este establecimiento, mientras la alta sociedad egipcia disfrutaba de sus copas, más allá de los yates, divisaron las maniobras de desembarco de 11º Batallón de los Marines Reales. Y es que, los británicos estaban ensayando los desembarcos para una incursión en Tobruk (Operación Agreement).


Lejos de los ambientes selectos se encontraba la calle Berka en El Cairo y la calle Sister en Alejandría, donde los soldados podían librarse de la policía militar y buscar placeres prohibidos. Clubes como el Sweet Melody también eran escenario de riñas y disputas entre la tropa. De hecho, en aquel establecimiento, una malla metálica protegía a los músicos, que continuaban tocando mientras vasos, botellas y copas volaban. Cualquier excusa era buena para comenzar una pelea, pues bastaba con una alusión a la nacionalidad o a una unidad de combate.


Sin embargo, no todo fueron momentos de diversión, bebida y pelea. Las derrotas aliadas a manos de Rommel llegaron a provocar un ambiente de pánico en las ciudades egipcias. Así, el 1 de julio de 1942, con el 8º Ejército vapuleado tras la batalla de Gazala, en el cuartel general británico y en la embajada británica en El Cairo, columnas de humo negro ascendían a los cielos. Y es que, los británicos estaban quemando documentos secretos. Muchos de estos documentos, no llegaron a arder por completo, quedando parcialmente quemados mientras se los llevaba el viento.

El primer ministro Winston Churchill visita en la embajada británica en El Cairo (agosto de 1942).


En medio de este caos, se preparó la evacuación del personal británico. La Royal Navy abandonó el puerto de Alejandría. Precisamente, el periodista australiano Alan Moorehead, sobre el Hotel Cecil el 1 de julio de 1942, uno de los más selectos establecimientos de Alejandría, que estaba medio vacío.


Los clientes británicos acudieron a las oficinas bancarias para retirar fondos y las estaciones de tren estaban atestadas de una muchedumbre que quería abandonar Egipto. Quienes disponían de sus propios vehículos, abandonaban el país con premura. Incluso el rey Faruk, negando a convertirse en un títere al servicio de Hitler, estaba dispuesto a dejar Egipto.


En este ambiente de tensión, se retiraron los retratos de Churchill y de Jorge V y hubo quienes colgaron banderas alemanas e italianas. Los jóvenes nacionalistas egipcios, hastiados del dominio británico, salieron a la calle al grito de “¡Rommel, Rommel!”. No obstante, este sector de la población era minoritario, por lo que Egipto se mantuvo fiel a los aliados durante la Segunda Guerra Mundial.


Una facción de los militares egipcios se cernía como una amenaza para los británicos. Se trataban de Anwar el-Sadat y Gamal Abdel Nasser, quienes a la postre presidirían Egipto. Estos dos oficiales egipcios conspiraron con los alemanes para librarse del dominio británico, si bien no lograron sus objetivos.


Dejando a un lado las conspiraciones de Sadat y Nasser y regresando al pánico que reinaba en Egipto el 1 de julio de 1942, la situación se estabilizó, pues el general Auchinleck tomó el control del 8º Ejército y logró detener el avance de las tropas del Eje en la primera batalla de El Alamein.


Posteriormente, Auchinleck sería reemplazado por lord Gott, quien murió cuando su avión resultó atacado. Así, finalmente fue el general Bernard L. Montgomery quien asumió el mando del 8º Ejército y evitó el intento de envolvimiento de Rommel en Alam Halfa. Posteriormente, Montgomery terminaría dirigiendo a su ejército hacia una decisiva victoria en la segunda batalla de El Alamein. Con la victoria aliada en El Alamein, se había sellado la derrota definitiva del Eje en el norte de África.

Un soldado británico hace el símbolo de la victoria ante dos soldados alemanes derrotados en la segunda batalla de El Alamein.

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