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Sábado, 17 Marzo 2018 14:02

Los últimos kamikazes

La destrucción y las muertes provocadas por las bombas atómicas en las ciudades de Hiroshima y Nagasaki terminaron por forzar la rendición japonesa. El 15 de agosto de 1945, los nipones escucharon al emperador Hirohito dirigiéndose a la nación con su característica voz aflautada. Pese a evitar pronunciar palabras como rendición, Hirohito habló de “soportar lo insoportable” y “aguantar lo inaguantable”.
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Tras el ataque a Pearl Harbor la expansión japonesa parecía incontenible. Los ejércitos del Imperio de Japón conquistaban vastas extensiones de terreno en Asia y el Pacífico. La amenaza de una invasión nipona amenazaba Australia. En aquel desesperado momento para los aliados, una isla desconocida cobró una importancia vital en la Segunda Guerra Mundial. Se trataba de Guadalcanal.
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