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Uno de los primeros éxitos de la guerra relámpago alemana fue la conquista de Noruega. Con la ocupación de dicho país, la fábrica de agua pesada de la compañía Norsk Hydro, en el valle del Telemark, quedaba en manos alemanas. El agua pesada era un elemento esencial si la Alemania nazi quería conseguir su propia bomba atómica. Así pues, los aliados se pusieron manos a la obra para sabotear el programa nuclear de Hitler.
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