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Ataque nocturno sobre Bruneval, los paracaidistas británicos roban el radar de Hitler

Con Europa en manos de los nazis, una de las pocas alternativas que les quedaban a los aliados eran los bombardeos aéreos. Sin embargo, a finales de 1940, el número de bombarderos derribados por los alemanes aumentó de manera preocupante. Era evidente que los alemanes disponían de una tecnología que les permitía detectar a los aviones británicos.

La clave del aumento de los aviones derribados consistía en que los alemanes combinaban sus radares Freya de largo alcance y los Würzburg de onda corta para determinar con mayor precisión la posición de los bombarderos británicos.

Ya en noviembre de 1941, un reconocimiento aéreo de la Royal Air Force detectó uno de estos radares alemanes cerca de los acantilados de Le Havre, en la localidad de Bruneval. Poco después de estos reconocimientos aéreos, lord Louis Mountbatten, como Jefe de Operaciones Combinadas, propuso una incursión contra una base de radar en Francia.

Los técnicos británicos consideraban que era necesario hacerse con la tecnología de radar enemiga y descubrir hasta qué punto habían desarrollado el radar, pues creían que los teutones podían detectar la posición, altitud y rumbo de un avión.

Los británicos pretendían atacar una instalación de radar en Bruneval, situada sobre unos acantilados de 90 metros. La única forma de llevar a cabo la incursión era por vía aérea. Por tanto, los paracaidistas caerían tierra adentro e irían avanzando hacia la costa, atacando las defensas alemanas, que estaban orientadas al mar.

Para tan arriesgada misión se seleccionó a la compañía F del 2º Batallón de Paracaidistas, comandada por el mayor John Frost. Junto a los paracaidistas marcharían ingenieros y técnicos, entre quienes cabe señalar la inestimable colaboración del sargento E.W.F. Cox.

John Frost, un célebre oficial de las fuerzas aerotransportadas británicas en la Segunda Guerra Mundial.


La misión fue bautizada con el nombre de Operación Biting y se escogió el 27 de febrero de 1942 como fecha para el golpe de mano. Para despistar a los alemanes, en los días previos, los bombarderos británicos habían sobrevolado las costas francesas.

Más de 150 paracaidistas embarcaron en los bombarderos Whitley en medio de una fría noche. Sin embargo, el fuego antiaéreo obligó a algunos bombarderos a desviarse ligeramente de su ruta. Una vez en tierra, el mayor Frost, pese a que su fuerza no estaba completa, decidió seguir adelante con la misión.


Cuatro grupos de paracaidistas marcharon rápidamente hacia sus objetivos. El grupo de Frost tenía por objetivo atacar las casas en las que se encontraban los técnicos del radar, mientras que un segundo grupo debía encargarse de la estación de radar y el tercer grupo debía eliminar las defensas de los acantilados para dejar expedita la retirada. Un cuarto grupo se encargaría de detener cualquier contrataque alemán.

El asalto a las casas de los técnicos no encontró complicaciones, tampoco el asalto a la estación de radar. Mientras tanto, el sargento Cox se ocupó de desmontar el radar. Los alemanes empezaron a disparar desde una granja cercana y Cox, haciendo gala de un gran aplomo, desmontaba el radar cuidadosamente y sin errores.

Sin embargo, el tiempo apremiaba y las balas silbaban muy cerca del valiente Cox. Por tanto, los británicos no tuvieron más remedio que extraer las últimas piezas del radar valiéndose de una palanca. Después, las piezas del radar fueron repartidas en carros. Para evitar que los alemanes descubriesen que se trataba de una operación destinada a robar los componentes del radar, los británicos colocaron explosivos, haciendo creer que se trataba de una incursión destinada a destruir la estación de radar. Los hombres, con su principal objetivo cumplido, se dirigieron a los acantilados para ser evacuados desde el mar.

No obstante, los británicos empezaban a encontrarse con problemas. Parte del grupo encargado de eliminar las defensas costeras había caído lejos de la zona de lanzamiento, por lo que la fuerza de asalto era demasiado pequeña como para neutralizar las fortificaciones alemanas. El plan parecía torcerse y los alemanes de los acantilados continuaban cerrando la única vía de escape de los paracaidistas.

Afortunadamente para los británicos que combatían en los acantilados, se les sumaron los paracaidistas rezagados, logrando despejar un camino para la retirada.

Los paracaidistas descendieron a pie de playa y aguardaron la evacuación. Pero los alemanes volvieron a ocupar las posiciones de los acantilados, dejando a los británicos en una posición vulnerable, acorralados en un estrecho perímetro. Por fortuna, las embarcaciones de la Marina llegaron a tiempo para evacuar a los paracaidistas de Frost.

La Operación Biting había concluido con éxito, pues los británicos habían conseguido robar la tecnología de radar alemana con escasas pérdidas.

Tras estudiar la tecnología de radar alemana, los británicos lograron desarrollar contramedidas efectivas para burlar los radares enemigos. Así pues, el profesor Reginald Victor Jones y su equipo se percataron de que el radar Würzburg solo utilizaba una frecuencia de radio concreta, por lo que bastaba con perturbarla para burlar el radar alemán.

Los paracaidistas británicos regresan a Inglaterra tras una rápida y exitosa incursión en Bruneval.

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