Las bombas atómicas lanzadas sobre las ciudades japonesas de Hiroshima y Nagasaki supusieron el colofón a la Segunda Guerra Mundial. Explosiones sin parangón arrasaron por completo ambas ciudades, convirtiéndolas en un erial y diezmando a la población civil. En medio de aquel holocausto, hubo un japonés que logró sobrevivir a ambos bombardeos atómicos.