Ya en 1942, el general Leslie Groves, que se hallaba al frente del Proyecto Manhattan, compró alrededor de 2.400 hectáreas en el estado de Tennessee, cerca del río Clinch. El objetivo era producir el isótopo U-235, necesario para poder disponer de la bomba atómica. Para ello, las familias que habitaban la zona, fueron trasladadas a otras ubicaciones.
Oak Ridge, un enclave que resultó ser determinante en el Proyecto Manhattan.
Tal era la magnitud de las instalaciones que, decenas de miles de estadounidenses residían en Oak Ridge. Entre estas instalaciones cabe destacar que se erigieron centenares de calutrones para separar los isótopos de uranio.
Así, la población fue aumentando, con sus habitantes instalándose en viviendas prefabricadas. Nada más y nada menos que 75.000 personas, sin olvidar un importantísimo consumo de energía eléctrica que rondaba el 15% de la electricidad del país.
Las mujeres tuvieron un importante papel en el Proyecto Manhattan. En la fotografía, podemos ver al personal femenino trabajando en las instalaciones de Oak Ridge.
Sin embargo, pese a la gran cantidad de habitantes en la zona, solo unos pocos sabían qué se cocía en Oak Ridge. En este sentido, a los reclutas simplemente se les informaba de que estaban tomando parte en un trabajo propio de la guerra. Por otra parte, existía una estrecha vigilancia hacia aquellos que, dada su labor, podían intuir en qué clase de proyecto estaban trabajando.
Los empleados solo sabían que debían mantener operativas una serie de máquinas especialmente complejas como era en el caso de los aceleradores de partículas. No hay que olvidar que, en el gran rompecabezas del Proyecto Manhattan, que las mujeres desempeñaron un importante papel. Ahora bien, pese a no desvelarse el propósito de su trabajo, Oak Ridge sí que contaba con carteles que animaban a los empleados para cumplir con su deber.
Cartel que insta a esforzarse en su trabajo a los empleados residentes de Oak Ridge.
Tal era la desconfianza y el secretismo que los trabajadores eran sometidos al detector de mentiras. En medio de una vida tranquila, marcada por la rutina, quienes trabajaban en Oak Ridge precisaron alrededor de dos años para poder producir el U-235 que precisaba la bomba atómica que se lanzó sobre la ciudad japonesa de Hiroshima. Los empleados que residían en Oak Ridge tendrían que esperar hasta el bombardeo atómico de Hiroshima para percatarse del verdadero propósito de su trabajo.
En el marco del Proyecto Manhattan, que supuso más de 2.000 millones de dólares para Estados Unidos, cabe destacar otra ubicación igualmente importante. Estamos hablando de Los Álamos, situada en el estado de Nuevo México. En aquellos tiempos, era como si la ciudad no existiese, pues ni tan siquiera figuraba en los mapas. Más aún, quienes vivían en Los Álamos disponían de un apartado postal como única indicación.
Las barreras exteriores impedían el acceso a las instalaciones y las viviendas estaban separadas de las oficinas y de las instalaciones técnicas. En cuanto a la accesibilidad, el personal disponía de tarjetas identificativas con una serie de colores que indicaban su nivel de autorización. En este sentido, los actores más importantes del Proyecto Manhattan, entre los que se encontraban el general Groves o el científico Robert Oppenheimer, contaban con unas tarjetas de color blanco.
El general Leslie Groves, oficial estadounidense al frente del Proyecto Manhattan. El teniente coronel Kenneth Nichols se refirió a Groves como"el mayor hijo de puta que he conocido, aunque también uno de los tipos más capaces".
Si bien Groves pretendía clasificar y separar los trabajos de desarrollo de la bomba atómica, Oppenheimer abogaba por una comunicación fluida entre el personal encargado de la investigación. Más aún, Oppenheimer llegó a tener pinchado su propio teléfono. Finalmente, Oppenheimer se saldría con la suya y se permitió comunicación directa entre los científicos del Proyecto Manhattan.
El físico Julius Robert Oppenheimer, quien tuvo un papel clave en el desarrollo de la bomba atómica.
Ahora bien, la seguridad no era infranqueable en las instalaciones de Los Álamos. En esta línea, el jovencísimo físico Theodore Hall, que disponía de tarjeta blanca, llegó a filtrar información muy delicada a la Unión Soviética. Por otra parte, en 1944, un periódico de Cleveland se hizo eco de una enigmática localidad en Nuevo México en la que, con Oppenheimer al frente, se estaban llevando a cabo trabajos para desarrollando un misterioso armamento. Furioso, el general Groves ordenó que se enviase al frente del Pacífico al periodista. Sin embargo, terminó percatándose de que el periodista tenía nada más y nada menos que 60 años.
Acceso a Los Álamos.