La batalla de Montecassino, en Italia, al sur de Roma, fue uno de los episodios más sangrientos de la Segunda Guerra Mundial. Para poder desalojar a los alemanes de sus sólidas defensas, los aliados se vieron obligados a asaltar las escarpadas pendientes hasta en cuatro ocasiones. Hacia finales de mayo de 1944, la resistencia germana se desmoronó y las fuerzas aliadas, avanzando desde Anzio y Montecassino marchaban en dirección a Roma. Por el camino, las tropas coloniales francesas, conocidas como goumiers, perpetraron numerosas violaciones.