Iwo Jima, situada a medio camino entre el Japón metropolitano y las bases de bombarderos estadounidenses de las islas Marianas, se convirtió en una isla duramente disputada por las fuerzas japonesas y norteamericanas.
En los años 30, Japón se convirtió en la gran potencia asiática, experimentando un espectacular desarrollo industrial y creando una poderosa armada dirigida por el más que competente almirante Isoroku Yamamoto.