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Los "diablos negros", la Primera Fuerza de Servicios Especiales

Entre las unidades especiales que combatieron en la Segunda Guerra Mundial cabe destacar a los “Diablos negros” o Primera Fuerza de Servicios Especiales. Se trataba de una unidad de combate creada al estilo de los comandos, pero con capacidad para luchar en zonas montañosas.

Los aliados planeaban una gran incursión en Noruega para destruir una serie de plantas hidroeléctricas, lo que constituía una oportunidad para esta nueva fuerza de combate. Así, en julio de 1942, el teniente coronel Robert T. Frederick recibió autorización para la creación de la Primera Fuerza de Servicios Especiales y la instrucción comenzó en el Fuerte William Henry Harrison, situado en Montana. Precisamente aquel lugar era idóneo para el entrenamiento, pues los terrenos llanos eran perfectos para practicar saltos en paracaídas, mientras que las cercanas montañas les servían para formarse en esquí y escalada.

Robert T. Frederick, el oficial al mando de la Primera Fuerza de Servicios Especiales.


La Primera Fuerza de Servicios Especiales estaba integrada por soldados canadienses y estadounidenses. El equipamiento y la uniformidad correría a cargo de los Estados Unidos. Ahora bien, las pagas y las normas de conducta del personal canadiense dependían del ejército de Canadá. La unidad llegaría a contar con más de 2.500 hombres encuadrados en tres regimientos.


Todos los soldados de la Primera Fuerza de Servicios Especiales eran voluntarios y su preparación era muy superior a la de cualquier soldado corriente. Por ello, eran instruidos en el combate cuerpo a cuerpo, el salto en paracaídas, esquí, escalada, operaciones de desembarco, manejo de armas, demoliciones y técnicas de supervivencia. Todo ello con el objetivo de poder disponer de una unidad capaz de desenvolverse en escenarios árticos y de montaña. Cabe destacar que entre sus filas se encontraban soldados francamente rudos.

Emblema de la Primera Fuerza de Servicios Especiales.


Por fortuna, la incursión que habían planeado en Noruega fue cancelada. Los aliados no podían permitirse perder unos hombres tan bien entrenados en una operación tan arriesgada. Así pues, el debut de la Primera Fuerza de Servicios Especiales llegaría en la campaña de las islas Aleutianas.


Más de 34.000 hombres se prepararon para asaltar la isla de Kiska, entre ellos la Primera Fuerza de Servicios Especiales. Sin embargo, lo que se preveía como una carnicería marcada por una fanática resistencia japonesa, quedó en una isla abandonada. Para cuando las tropas estadounidenses y canadienses llegaron a Kiska, los japoneses ya habían abandonado la isla. A pesar de ello, los aliados perdieron muchos hombres como consecuencia del fuego amigo y de las trampas y minas que habían sembrado los japoneses.

Suboficial de la Primera Fuerza de Servicios Especiales.


Cambiando radicalmente de escenario, la Primera Fuerza de Servicios Especiales fue enviada a Italia, para combatir con el 5º Ejército de Estados Unidos, dirigido por el general Clark.  Llegado el otoño de 1943 se les encomendó una difícil misión en Monte la Difensa. La cota 960, convertida en el epicentro de la defensa alemana, se erigía como una posición inexpugnable, pero los hombres de la Primera Fuerza de Servicios Especiales estaban dispuestos a sorprender al enemigo. Ascendiendo por el camino más difícil, los hombres de la Primera Fuerza de Servicios Especiales ascendiendo por elevadísimas pendientes. Cogiendo por sorpresa a los alemanes, lograron hacerse con el control de la estratégica cota y, escasos de municiones y suministros, contuvieron los contraataques alemanes. Precisamente esta acción de la Primera Fuerza de Servicios Especiales será recordada por muchos, pues quedó reflejada en la película “La brigada del diablo”.


Tras monte la Difensa le seguirían nuevos combates en Monte Sammucro, Radicosa y Monte Majo. Sin embargo, su sobrenombre de “Diablos negros” llegaría con la campaña de Anzio. Allí, se pintaba la cara de negro y efectuaban incursiones en las líneas alemanas. De hecho, una de las macabras tácticas que empleaban para atenazar al enemigo consistía en dejar tarjetas de la unidad sobre los cuerpos inertes de los alemanes que rezaban “lo peor está por llegar”.

Amenazante tarjeta que los soldados de la Primera Fuerza de Servicios Especiales dejaban sobre los cádaveres enemigos.


Tras tomar una serie de puentes sobre el río Tíber y entrar en Roma el 4 de junio de 1944, la Primera Fuerza de Servicios Especiales sería requerida para la Operación Dragoon, los desembarcos aliados en el sur de Francia. Así, la unidad tomó parte en la invasión de las islas de Hyeres.


A finales de 1944, los aliados consideraban que no necesitaban una unidad del estilo de la Primera Fuerza de Servicios Especiales, por lo que el 5 de diciembre de 1944 la unidad fue disuelta. Los soldados canadienses fueron reasignados a otras unidades del ejército canadiense, cosa que también sucedería con los soldados americanos en su respectivo ejército. Por su parte, Robert T. Frederick, quien había sido el jefe de la unidad, terminaría la Segunda Guerra Mundial como general al mando de la 45ª División de Infantería.

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