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La batalla de Inglaterra, Gran Bretaña resiste al Tercer Reich

Con la caída de Francia en junio de 1940, Gran Bretaña se perfilaba como el siguiente objetivo de los alemanes. Para coronar con éxito la invasión de Gran Bretaña, la Luftwaffe alemana debía garantizarse la superioridad aérea derrotando a la Royal Air Force británica.


Llegado el 16 de julio de 1940, Hitler ordenó la invasión del Reino Unido, para lo cual se puso en marcha la denominada Operación León Marino. Cruzar el Canal de la Mancha era todo un desafío, pues para que las fuerzas terrestres alemanas pudiesen desembarcar con éxito, era necesario garantizarse la supremacía naval y aérea.


Para la ofensiva aérea, los alemanes disponían de la Luftflotte 2 con bases en Holanda, Bélgica y el norte de Francia, al tiempo que la Luftflotte 3 se hallaba en Francia. Estas flotas aéreas estaban comandadas por los mariscales Albert Kesselring y Hugo Sperrle respectivamente, mientras que la Luflotte 5 estaba bajo el mando del general Hans Jürgen Stumpff y se hallaba en sus bases de Dinamarca y Noruega.

 

De este modo, la batalla aérea se planteaba entre los cazas Messerschmitt Bf109 (de un solo motor) y los Bf 110 (dotados con dos motores). Por su parte, los británicos oponían sus cazas Hurricane y Spitfire de su fuerza territorial. Los cazas británicos anteriormente mencionados disponían de un único motor, aunque resultaban ser maniobreros. Por su parte, los alemanes debían afrontar el hándicap de unos depósitos de combustible en sus cazas que les permitían volar sobre territorio británico durante aproximadamente una hora y cuarto. Así, el mando de los cazas británicos quedaba al cargo del mariscal sir Hugh Dowding.


El mariscal Dowding había insistido en que Gran Bretaña estuviese preparada para ataques aéreos y había incidido en la importancia de unos cazas rápidos y modernos y en la introducción del radar como medida de detección de aviones enemigos.


La defensa británica se estructuraba de la siguiente manera:
    -Grupo 10: suroeste de Inglaterra.
    -Grupo 11: sureste de Inglaterra.
    -Grupo 12: Midlands.
    -Grupo 13: norte de Inglaterra, Escocia e Irlanda del Norte.


Gracias a la cadena de radares repartidos por Gran Bretaña, la llegada de los aviones enemigos era comunicada con precisión al centro neurálgico del mando británico, situado en Bentley Priory. Tal era el detalla de la información que podían avisar a un sector muy concreto para repeler los ataques alemanes.


Sin embargo, el grupo 11 tuvo que soportar con especial intensidad la crudeza de la batalla de Inglaterra. Comandados por el vicemariscal Keith Park, sus Hurricanes y Spitfires fueron claves en la defensa de Inglaterra.

Un caza británico acosa a un bombardero alemán durante la batalla de Inglaterra.


En un primer momento, los alemanes trataron de hacerse con el dominio de los cielos del Canal de la Mancha. No obstante, las tripulaciones de la Luftwaffe se percataron de un gran volumen de mensajes radiados codificados, por lo que desplazaron su atención hacia las torres de radar británicas. Pero las torres de radar no resultaron ser objetivos fáciles de atacar debido a su gran altura, que hacía imposible bombardearlas en picado y también debido a la construcción de vigas maestras, cosa que las hacía más resistentes a las explosiones.


El 13 de agosto, los alemanes lanzaron una gran ofensiva aérea que sería conocida como “el día del águila”. Mediante un ataque masivo de la Luftwaffe, se pretendía destruir el poderío aéreo de la Luftwaffe. Si bien es cierto que se produjeron contratiempos entre los alemanes como consecuencia del mal tiempo, la aviación germana causó importantes daños en las bases de la Royal Air Force.


A pesar de la intensa presión de la Luftwaffe, los británicos se las arreglaban para continuar resistiendo. El 14 de agosto, con una breve pausa fruto del mal tiempo, la suerte continuó de cara para los británicos y Göring, como mando supremo de la Luftwaffe, ordenó que se abandonasen los ataques a las instalaciones de radar. Ahora bien, otra hubiera sido la suerte de Gran Bretaña, pues ciertos bombarderos alemanes habían llevado a cabo ataques efectivos contra los radares enemigos.


El 15 de agosto de 1940, con los combates desarrollándose sobre las costas próximas al Canal de la Mancha y sobre Kent, Göring y sus edecanes eran de la opinión de que sus bombarderos podían atacar los complejos industriales de Wash de día. En lugar de ir escoltados por los excelentes Bf109, los bombarderos alemanes contaron con la protección de los menos apropiados Bf110. Pero Dowding había reservado parte de sus escuadrones del norte, que terminaron sorprendiendo ese mismo día a los bombarderos de Göring, causando enormes pérdidas entre los alemanes. Este hecho tuvo como consecuencia que los alemanes no volviesen a bombardear Inglaterra de día.

Cazas Supermarine Spitfire durante la batalla de Inglaterra.


Así, entre otras cosas, Göring ordenó la retirada progresiva de los Junkers Ju 87 Stuka, que tan vulnerables se habían mostrado ante los cazas de la Royal Air Force. En nuevas ofensivas de mil salidas diarias, entre el 24 de agosto y el 6 de septiembre de 1940, los fatigados pilotos de caza, tuvieron que detener los interminables ataques alemanes. En tierra también se hacían grandes esfuerzos por mantener las comunicaciones y el personal trabajaba afanosamente en las reparaciones.


El 26 de agosto de 1940 los bombarderos británicos llevaron a cabo una incursión sobre Berlín. Esta acción tendría importantes consecuencias en el devenir de la batalla de Inglaterra. Hasta entonces, los alemanes se habían centrado en objetivos militares, pero desde aquel momento, la Luftwaffe emprendió una campaña de nueve semanas de bombardeos sobre Londres.


Cuando la castigada fuerza de cazas de la Royal Air Force parecía al borde de la catástrofe, comenzó el Blitz. Las fábricas, la capital británica y otras ciudades eran duramente castigadas desde el aire. Pero la Royal Air Force no terminaba de ser aniquilada y Hitler se veía obligado a posponer la invasión de Gran Bretaña, la Operación León Marino.


A medida que transcurría el mes de septiembre, la Royal Air Force seguía resistiendo y el tiempo empeoraba. Los jóvenes pilotos de caza estaban salvando a Gran Bretaña del abismo. En este sentido, cabe destacar la frase del primer ministro británico Churchill que dijo: Nunca en el campo del conflicto humano tantos han debido tanto a tan pocos. De este modo, a finales de octubre de 1940, Hitler desistió y canceló la Operación León Marino.


Las pérdidas británicas se cifraban en 900 aviones por 1.500 de los alemanes. Los bombardeos alemanes continuaron sobre ciudades, puertos y objetivos industriales hasta mayo de 1941. Cabe señalar los terribles efectos que tuvo el bombardeo de la ciudad de Coventry, pues la localidad británica fue arrasada. Pero Gran Bretaña, en solitario, continuó manteniéndose en pie ante el Tercer Reich. Hitler terminó por desistir y desvió su interés para centrarse en el que iba a ser su gran enemigo: la Unión Soviética.


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