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Heroína y marihuana en la guerra de Vietnam

Uno de los grandes problemas a los que se enfrentaron las Fuerzas Armadas de los Estados Unidos en Vietnam fue el consumo de drogas. Los soldados no dudaron en recurrir al alcohol, la marihuana, el opio, los sedantes, anfetaminas y metanfetaminas e incluso la heroína.

La guerra de Vietnam se prolongaba y la moral norteamericana se desmoronaba. Los norteamericanos que combatían en Vietnam recurrían a las drogas para calmar la ansiedad, hacer frente al miedo, para integrarse en el grupo o simplemente por mero aburrimiento.

El estupefaciente más consumido era la marihuana. Su precio era más que asequible para los combatientes estadounidenses y era muy fácil adquirirla. De hecho, la concentración de THC de la marihuana vietnamita era del 5% frente al 1% de la marihuana estadounidense. La denominación de aquella droga se debía a su origen pudiendo encontrarse entre otras: camboyana roja, Pleiku rosa o Hué azul.

Un dato muy revelador de 1969 señala que, antes de la guerra, el 30% de los soldados habían fumado marihuana, mientras que, al ser destinados a Vietnam, un 60% de ellos habían pasado a ser consumidores de cannabis.

El deterioro de la moral y de la disciplina se hizo evidente a partir de la ofensiva del Tet en 1968. Todo ello se plasmó entre otras cosas en un mayor consumo de drogas, especialmente durante los últimos años de la intervención estadounidense en Vietnam. Prueba de ello es que, en 1971, aproximadamente el 51% de los militares estadounidenses destinados en Vietnam fumaban marihuana.

Pese a que las Fuerzas Armadas llevaron a cabo iniciativas de concienciación sobre los efectos del cannabis, no tuvieron demasiado éxito entre la tropa. Asimismo, en 1968, el Reglamento Militar estadounidense incluyó la prohibición de consumo y venta de drogas. Como consecuencia de esta medida, aproximadamente cien soldados eran arrestados cada semana. Sin embargo, el ejército únicamente terminó juzgando a quienes consumían drogas de manera excesiva y a los traficantes.

La ausencia de laboratorios en Vietnam dificultó el castigo de este tipo de conductas, pues las muestras de orina tenían que ser enviadas hasta Japón, lo que demoraba el proceso cuarenta y cinco días.

Más alarmante que el consumo de marihuana era el consumo de drogas duras como la heroína. Si en 1969 el 2% de los estadounidenses que servían en Vietnam habían probado la heroína, en 1971 ese porcentaje ascendió hasta el 22%.

Las rutas para el tráfico de drogas abiertas en 1970 del Triángulo de Oro a través de Camboya facilitaron considerablemente el acceso a la heroína y permitían ponerla a la venta a bajo precio. De hecho, la pureza de aquella heroína oscilaba entre el 94% y el 98%.

Los norteamericanos solían consumirla fumándola en cigarros, calentándola y aspirando sus vapores o esnifándola. Apenas el 9% de los estadounidenses se inyectaban la droga en vena. La heroína tenía la ventaja de no dejar olor y solo se podía detectar mediante análisis de orina y sangre.

Semejante clima de decadencia era palpable entre las tropas estadounidenses, pues en 1971, entre el 10% y el 15% de los soldados norteamericanos sufrían adicción a la heroína.

El elevado consumo de heroína entre las tropas estadounidenses llegó a las más altas esferas políticas. Al ser puesto al corriente de ello y ante la presión mediática, el presidente Nixon insistió en la necesidad de implementar un programa para detectar a aquellos soldados adictos a las drogas y someterlos a tratamiento. Existía un temor de que aquellos hábitos de Vietnam se extendiesen al conjunto de la sociedad estadounidense.

En vista de ello, el ejército de Estados Unidos implementó la Operación Flujo Dorado en julio de 1971. De este modo, en los laboratorios norteamericanos de Vietnam se examinaban unas 7.500 muestras de orina diarias. Después de analizar algo más de 92.000 muestras, el 5,2% de los hombres fueron identificados como consumidores de heroína. En marzo de 1972, los resultados descendieron hasta un 2% de positivos.

Estos análisis presentaban ciertas deficiencias, pues solo detectaban la presencia de heroína en el organismo si se había consumido en los cinco días previos a la prueba. Con lo cual, los soldados que sabían la fecha concreta de los análisis, abandonaban temporalmente el consumo de heroína para evitar dar positivo.

En caso de presentar resultados positivos en dos ocasiones consecutivas, los soldados eran licenciados de manera deshonrosa y enviados de vuelta a los Estados Unidos.

El regreso al hogar y a la vida civil se hicieron difíciles para unos veteranos aquejados de estrés postraumático y socialmente rechazados en muchas ocasiones.

A este respecto cabe destacar el informe de septiembre de 1971 presentado por la Oficina Especial de Acción para la Prevención de Abuso de Drogas. Según dicho informe, un porcentaje superior al 60% de los toxicómanos identificados no volvieron a consumir drogas. Por el contrario, el 80% de los que tuvieron su primera experiencia con las drogas en Vietnam siguieron consumiéndolas.

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