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Operación Antropoide: el atentado contra Heydrich

Quiero hablaros de una de las operaciones secretas de la Segunda Guerra Mundial que tuvo terribles consecuencias: el atentado de dos comandos checos contra Reinhard Heydrich. Esta tentativa de asesinato tenía por objetivo eliminar a uno de los más despiadados jerarcas nazis.

En 1938 Hitler logró convencer a británicos, franceses e italianos para firmar los acuerdos de Munich. El resultado de estos tratados supuso la entrega a Alemania de los Sudetes, una región fronteriza de Checoslovaquia en la que la mayoría de los habitantes eran de origen alemán. En estos acuerdos no se contó con la presencia de ningún representante checoslovaco, de hecho, los checos llaman a estos acuerdos “la traición de Munich”.

Hitler no tenía suficiente con los Sudetes y en la primavera de 1939 ocupó militarmente Checoslovaquia. Sabedor de que poco podían hacer ante las tropas alemanas, el presidente checo Emil Hácha ordenó a su ejército que se rindiese. Así pues, los alemanes decidieron dividir el país en dos zonas: Chequia, que quedaba bajo ocupación alemana y Eslovaquia, que pasó a ser un estado que colaboraba abiertamente con los nazis.

El inicio de la Segunda Guerra Mundial en septiembre de 1939 fue bien recibido entre los checos, pues creían que británicos y franceses lograrían derrotar a Alemania. Mientras tanto, la ocupación se convertía en una pesadilla y la zona checa estaba bajo el férreo control de un protector alemán. El temido Reinhard Heydrich llegó a ocupar este cargo. Heydrich era un hombre sin escrúpulos, alguien realmente maquiavélico.

La brutalidad del Reicshprotektor Heydrich le valió los sobrenombres de la bestia rubia, el carnicero de Praga y el verdugo. Su predecesor, Von Neurath fue considerado demasiado blando por Hitler, por lo que en septiembre de 1941 fue sustituido por el implacable Heydrich.

Nada más ocupar su puesto como protector, Heydrich instauró la ley marcial y ordenó la detención de los intelectuales checos. En apenas cinco semanas también se encargó de ordenar la ejecución de quinientos cincuenta checos. Los judíos también se convirtieron en el objetivo de Heydrich y fueron enviados a los campos de concentración.

Heydrich, instalado en el castillo de Praga, aplicó la política del palo y la zanahoria. Los checos obtuvieron una serie de beneficios sociales: aumentos de salarios, reducciones de jornada laboral, vacaciones pagadas y ayudas sociales. Con este programa social Heydrich buscaba ganarse la simpatía de los trabajadores checos que tan necesarios eran en las fábricas de armamento. Por otro lado, Heydrich aplicó medidas represivas para erradicar toda resistencia.

El primer ministro británico Churchill decidió que era el momento de desestabilizar a los alemanes en sus retaguardias, por lo que era necesario provocar el caos en tierras checas. Por ello se puso en marcha un plan para asesinar a Heydrich: la Operación Antropoide. Con el protector alemán muerto en Chequia, los nazis emprenderían terribles represalias, ganándose el odio del pueblo checo y poniendo fin a la convivencia pacífica entre alemanes y checos.

La misión de matar a Heydrich se les encomendó a dos comandos checos: Kubis y Gabcik. Estos dos hombres partieron desde Inglaterra el 28 de diciembre de 1941 y se lanzaron en paracaídas, aterrizando a veinte kilómetros de Praga. Poco después de tomar tierra se encontraron con un molinero llamado Baumann, que les ocultó y les puso en contacto con la resistencia checa en Praga.

Una vez llegaron a Praga coincidieron con el resistente Karel Curda. Durante meses, Kubis y Gabcik estudiaron los movimientos de Heydrich. Analizaron sus costumbres, las rutas que seguía y sus horarios. Para su sorpresa descubrieron que Heydrich era un hombre muy descuidado en su seguridad. Heydrich siempre seguía el mismo trayecto para desplazarse por Praga.

Ambos comandos decidieron que emboscarían a Heydrich el 27 de mayo de 1942. Descubrieron el lugar perfecto para el atentado: una curva muy cerrada por la que pasaba el Mercedes-Benz 320 descapotable de Heydrich.

Para añadir más tensión a los comandos, Heydrich se retrasó el día del atentado. El protector había salido una hora más tarde de lo habitual desde su residencia de Jungfern-Breschau. Cuando los comandos checos estaban a punto de abortar la misión apareció el coche de Heydrich.

El protector solamente estaba escoltado por su chófer. Cuando Gabcik salió de su escondrijo para ametrallar con su subfusil Sten a Heydrich, el arma se encasquilló. Heydrich ordenó aminorar al conductor, quería repeler personalmente el ataque. Kubis aprovechó la ocasión para lanzar una granada. La metralla alcanzó a Heydrich y éste, malherido disparó contra su agresor, que logró escapar valiéndose de una bicicleta.

Mientras los comandos huían, la policía checa acudió rápidamente al escenario y Heydrich fue evacuado al hospital de Bulovka. Las SS se apostaron para proteger el hospital y no se permitió la entrada de personal checo a la planta en la que se hallaba Heydrich. Desconfiando de los checos, Heydrich insistió en ser tratado exclusivamente por médicos alemanes.

Heydrich tenía esquirlas de metralla en la columna vertebral y en el bazo. Hubo que esperar a que llegase un médico de las Waffen-SS enviado por Himmler. Las múltiples heridas de Heydrich se infectaron y terminó perdiendo la vida. En Berlín se ofició un funeral de estado en el que Heydrich fue enterrado con todos los honores. El propio Hitler quedó muy afectado por su muerte.

Los alemanes ofrecieron una recompensa a quien ofreciese información que les llevase hasta Kubis y Gabcik. La Gestapo y las SS ampliaron su esfuerzo por dar con los autores del atentado, Praga y las zonas rurales fueron peinadas por las tropas nazis. A pesar del afán de los nazis por encontrar a Gabcik y Kubis, éstos lograron permanecer sin ser descubiertos. El capellán de la iglesia de San Cirilo permitió a los dos comandos y a otros cuatro colaboradores esconderse en su iglesia.

Se desataron las represalias, muchos checos fueron torturados y ejecutados por los alemanes. Un clima de terror reinaba en tierras checas. Tratando de poner a la ola de terror desatada por los nazis, el resistente checo Karel Curda, que conocía a Gabcik y Kubis se presentó en el cuartel general de la Gestapo en Praga e identificó a los autores del atentado contra Heydrich. Pese a que Kurda no sabía dónde se escondían, los alemanes dieron con la red de contactos de Kubis y Gabcik.

No tardaron en localizar y acorralar a los comandos checos en la iglesia de San Cirilo. Rodeados por 800 hombres de la Wehrmacht y de las SS, los checos soportaron aproximadamente seis horas de asedio. Los alemanes terminaron entrando en el refugio de los checos y encontraron sus cadáveres. Los checos se habían suicidado para evitar caer en manos de los alemanes. El delator, Karel Curda, recibió una cuantiosa recompensa por la información proporcionada, sin embargo, cuando la guerra terminó fue ejectuado por tración.

Las represalias alemanas fueron terribles y el 10 de junio de 1942 se vivió un episodio realmente escabroso en la localidad de Lídice. El pueblo apenas tenía 500 habitantes y las autoridades alemanas creían que allí se escondían los integrantes del comando que había atentado contra Heydrich. El resultado de la tragedia fue terrible: todos los hombres mayores de 16 años fueron ejecutados y las mujeres y niños fueron deportados a campos de concentración. Después de la matanza, el pueblo de Lídice fue literalmente arrasado.

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