El colapso de Francia y la retirada británica de Dunkerque fueron amargos varapalos para los británicos. 1940 se presentaba como un año aterrador para el mundo. Europa caía rápidamente ante el imparable avance de las huestes de Hitler. La guerra relámpago, con sus ataques combinados de artillería, infantería, blindados y aviación cosechaba excelentes resultados para el Ejército alemán. Gran Bretaña se había quedado sola en la lucha contra el nazismo. Los británicos debían demostrar que no iban a limitarse un papel pasivo en la lucha contra Alemania, por lo que surgió la idea de crear un cuerpo especial: los comandos.