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Jesús Hernández hace honor al título de su libro "Eso no estaba en mi libro de la Segunda Guerra Mundial"

Las películas y las obras de ensayo más conocidas sobre la Segunda Guerra Mundial acostumbran a hablarnos de escenarios conocidos como Normandía, Stalingrado, Berlín o campos de concentración como Auschwitz. Pero el historiador Jesús Hernández, toda una referencia en divulgación histórica sobre la Segunda Guerra Mundial, es capaz de sumergirse en los rincones más recónditos del conflicto.

Jesús conoce a la perfección la gran historia, sin embargo, tiene la habilidad para llegar a aspectos poco conocidos de la Segunda Guerra Mundial y suscitar la curiosidad del lector. Prueba de ello es su última obra “Eso no estaba en mi libro de la Segunda Guerra Mundial”.


Todos imaginamos al mayor verdugo de aquel conflicto ataviado con una gorra con una calavera bajo la que se encuentran dos tibias cruzadas, con las runas de las SS en el cuello de un elegante uniforme y un brazalete con la esvástica. Pues no, el mayor verdugo no es precisamente un pérfido nazi, sino el general Blojin, un despiadado asesino del NKVD soviético.


Y es que a cada página del libro, Jesús no deja de sorprendernos con historias que desconocíamos. Seguramente todos crean que las cargas de caballería polaca fueron estériles, pero la obra de Hernández nos demuestra que los jinetes polacos tuvieron más éxito de lo que comúnmente se cree.


Más allá de la tragedia de la guerra, en “Eso no estaba en mi libro de la Segunda Guerra Mundial”, sabremos con qué apaciguaban sus estómagos los hambrientos soldados y veremos el tremendo impacto que tuvo la literatura en los ejércitos aliados, pues en la guerra, los libros eran un tesoro que permitían a las tropas evadirse de sus sufrimientos diarios. Continuando en la trastienda de la guerra, descubrimos que incluso en los negros periodos de conflicto bélico, la técnica avanza y como consecuencia de la Segunda Guerra Mundial disponemos de productos de uso cotidiano como el papel de aluminio y el papel film.


Como anteriormente decía, el libro no sólo se ocupa de narrar atrocidades o dolorosas pérdidas fruto del fuego amigo. Jesús Hernández también deja espacio para episodios que son capaces de arrancarnos una sonrisa, como el entrañable oso Wotjek, un plantígrado aficionado a la cerveza que cargó con los pertrechos más pesados de las tropas polacas en la batalla de Montecassino. 


La guerra y el holocausto causaron extraños cambios de lealtades y Jesús nos lo muestra perfectamente a través de las experiencias de judíos que colaboraron con sus verdugos nazis. Otro aspecto relacionado con las lealtades y no muy conocido es la creación del Ejército Nacional Indio, empleado por los japoneses para tratar de arrebatar la India al Imperio Británico. Y cómo no, guerra, delincuencia y oportunismo van de la mano, como narra Jesús Hernández en la conquista japonesa de Hong Kong, donde la ayuda de las triadas chinas fue muy importante para la victoria nipona.


Tampoco hay que olvidar que la guerra no termina cuando las armas callan. Inmediatamente después del final de la Segunda Guerra Mundial comenzó la Guerra Fría. El autor se hace eco de la denominada Operación Paperclip, en la que los científicos nazis fueron puestos al servicio de los estadounidenses y a la postre resultaron siendo decisivos en la carrera espacial.


Solo me queda felicitar al autor por un trabajo de gran precisión histórica. Mi más sincera enhorabuena a Jesús Hernández porque es un historiador con el que uno nunca deja de aprender.

¿Cómo conseguir "Eso no estaba en mi libro de la Segunda Guerra Mundial"?

En Amazon, Casa del Libro, FNAC, en la web de Grupo Almuzara y en librerías.

 

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