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El secuestro del general Kreipe

Las sucesivas derrotas sufridas por los italianos en África y en los Balcanes terminaron por forzar la intervención alemana en ambos frentes. Los últimos éxitos de la guerra relámpago alemana tuvieron lugar en Yugoslavia y Grecia, que cayeron en abril de 1941. Los británicos trataron de resistir en Creta, pero el 20 de mayo de 1941 los paracaidistas alemanes asaltaron la isla, que terminaron conquistando el 1 de junio.

La isla, como enclave estratégico en el Mediterráneo quedó bajo ocupación alemana. Pero a comienzos 1944, la guerra tomó una dirección muy distinta. El ejército alemán había sufrido devastadoras pérdidas en el frente ruso y los aliados avanzaban desde el sur de Italia. Los británicos consideraban que para continuar con sus avances desde el sur era necesaria la liberación de Creta.


Por ello, los aliados idearon planes para secuestrar al cruel gobernador militar de Creta, el general Friedich Wilhelm Mühler, apodado “el carnicero de Creta”. El mayor Patrick Leigh Fermor y el capitán William Stanley Moss se encargaron de la planificación. Ambos oficiales pertenecían al SOE, una organización cuya finalidad era entrenar a los comandos en hostigamiento, sabotajes y espionaje.


Fermor y Moss le presentaron su plan al coronel Robert Laycock. Sin duda alguna, se trataba de una idea de lo más osada. Debían internarse en territorio enemigo, capturar al general y trasladarlo hasta Egipto.  Pero para ello únicamente contarían con la ayuda de los partisanos locales y debían marchar a pie, tratando de burlar los controles alemanes.


El coronel Laycock dio su aprobación al plan. El 4 de febrero, un avión despegó de Bardía. A bordo marchaban Fermor, Moss y los comandos griegos Manolis Paterakis, Georgi Tyrakis y Mickey Akaumianos. Una vez sobrevolaron Creta, la niebla causó complicaciones en el lanzamiento y solo el mayor Fermor logró saltar en paracaídas. El resto del equipo se vio obligado a regresar a Bardía. Finalmente, el 4 de abril, los restantes comandos, internándose en barca, consiguieron reunirse con Fermor, que había permanecido con los partisanos.


Pero el general Mühler, el temido “carnicero de Creta” había sido reemplazado por el general Heinrich Kreipe, condecorado con la Cruz de Hierro por la valentía mostrada en la batalla de Leningrado.


Infiltrándose entre la población, el grupo capitaneado por Fermor se informó de dónde vivía Kreipe, de sus costumbres y de sus horarios. Cuando reunieron los suficientes datos decidieron que secuestrarían a su objetivo en una curva de la carretera que discurría entre Archannes y Cnosos.


La noche del 26 de abril, disfrazados de soldados alemanes, los comandos emergieron de entre la oscuridad portando una linterna roja. Fermor informó al general de que había caído en manos inglesas. Aturdieron al conductor de Kreipe, con Fermor y Moss al frente y el general Kreipe en la parte trasera, flanqueado por dos comandos griegos.


Atravesaron nada más y nada menos que 22 controles. Se valieron de una sencilla frase para burlarlos con éxito: General wagen! (coche del general). Hay quienes afirman que los soldados profesaban tal miedo al general Kreipe que es por ello por lo que no se atrevieron a detener al vehículo. También merece la pena recordar que Kreipe no era un general muy popular entre sus hombres, pues cuando en el cuartel general alemán en Creta se enteraron de su secuestro, un oficial gritó: “Bueno, señores, esto merece una ronda de champán”.


Fermor abandonó el vehículo y dejó evidencias para demostrar que se trataba de una operación británica. Mientras tanto, un grupo condujo al general Kreipe hacia las montañas.


Los alemanes, peinaron la isla tratando de encontrar a su general y amenazaron a la población con represalias, que desgraciadamente llevaron a cabo cuando arrasaron la aldea de Anoyia y asesinaron a sus habitantes.


La gélida marcha a través de las montañas del comando que había secuestrado a Kreipe fue terriblemente dura. Pero, el sacrificio tuvo su recompensa y terminaron. Mientras tanto, las informaciones de las rutas seguidas por los británicos terminaban llegando a oídos de los alemanes, que trataban de estrechar el cerco.


En esta penosa travesía, ocultándose en cuevas y cabañas y caminando entre la nieve, Kreipe se fracturó un hombro. La meteorología y el acecho constante de las patrullas alemanas no dejaban de posponer el momento de la evacuación. Finalmente, el 14 de mayo de 1944, en Rodakino, donde la seguridad alemana era más laxa, Kreipe y sus captores embarcaron y huyeron rumbo a Egipto.


Kreipe fue interrogado y posteriormente enviado a un campo de prisioneros. El mayor Patrick Leigh Fermor y el capitán Moss fueron condecorados con la Cruz de Servicios Distinguidos por tan notable hazaña.

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