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José Luís Hernández Garvi nos acerca a la Gran Guerra de una forma diferente en "Eso no estaba en mi libro de la Primera Guerra Mundial"

Cuando pensamos en la Primera Guerra Mundial, nuestra mente evoca imágenes desgarradoras de soldados muertos entre las alambradas o escenas de hombres sufriendo penurias entre el barro en las trincheras. Sin embargo, más allá de los clichés, hay aspectos fascinantes y menos desconocidos que nos desvela José Luís Hernández Garvi en su obra “Eso no estaba en mi libro de la Primera Guerra Mundial”.

Los manuales más clásicos sobre el conflicto se centran en lo acaecido en el frente occidental, que fue el gran reñidero de la contienda. Sin embargo, si esta guerra se denomina mundial, es porque transcendió más allá de Europa. Así, el autor nos acerca a frentes tan exóticos y apasionantes como el África Oriental Alemana, donde la guerra de guerrillas de Paul von Lettow-Vorbeck mantuvo en jaque a las fuerzas aliadas. Todo ello sin olvidar escenarios tan singulares como Oriente Medio, gracias al cual, fue posible la derrota del Imperio Otomano.

José Luís Hernández también nos demuestra que, desgraciadamente, la técnica y el ingenio humano se emplean para matar en la guerra. De ahí la irrupción de nuevas armas en la Primera Guerra Mundial. Si bien es cierto que en los primeros aviones fueron derribados a ladrillazos, cosa que de solo imaginarlo puede provocarnos estupefacción o una carcajada. Ahora bien, el autor también ilustra otros episodios más tristes, como el empleo del gas venenoso, donde ambos bandos, mostrando un total desprecio por las normas de la guerra, se bombardearon masivamente con agentes como el fosgeno o el gas mostaza.

Pero, ¿cuál fue el papel de España en un conflicto tan devastador? Pues bien, aquí el autor trata una cuestión que muy pocos autores han abordado y, por ello, le felicito. España, con un ejército anticuado, no estaba preparada para entrar en la guerra, por lo que se mantuvo neutral. El país estaba infestado de espías y los españoles divididos, con los sectores más conservadores apoyando a los Imperios Centrales y los más progresistas brindando su apoyo a Francia y Gran Bretaña. También hay que reconocer que, como bien explica José Luís Hernández, la Gran Guerra supuso un empujón a las exportaciones españolas de materias primas, pues los principales contendientes necesitaban abastecerse.

Guerra, misterio y mitos siempre han ido de la mano. En este sentido me ha llamado especialmente la misteriosa desaparición de todo un batallón británico durante la campaña de Gallípoli. No obstante, el autor ha tratado estos asuntos con seriedad y descartando leyendas sensacionalistas.

Y como colofón al libro, José Luís Hernández dedica un capítulo a los aspectos humanos de la guerra. Siguiendo con su ameno estilo divulgativo, explica el significado del día de la amapola y lo traumático de los hombres con rostros desfigurados. Tampoco quedan olvidados dolorosos acontecimientos como los hombres fusilados de la 119ª Brigada francesa, una de las páginas más lamentables de la Primera Guerra Mundial, donde un puñado de hombres fueron fusilados injustamente por negarse a participar en un ataque que estaba condenado al holocausto.

Como buen divulgador, José Luís Hernández Garvi ha reunido en su obra una combinación de hechos poco conocidos al tiempo que narra el conflicto desde una perspectiva humana, creando conciencia de los horrores de la guerra y haciendo hincapié en unos errores que no deben volver a repetirse.

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