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Operación Flipper, el chapucero intento de asesinato de Rommel

La llegada de Erwin Rommel al norte de África supuso un duro varapalo para los británicos. El astuto comandante alemán inflingió contundentes derrotas al general Wavell, que fue destituido por orden del Primer Ministro británico Winston Churchill. El general Auchinleck tomó el relevo de Wavell al frente de las fuerzas británicas en el norte de África. Por otra parte, el Primer Ministro Churchill, consciente del gran talento militar de Rommel, decidió que era necesario eliminar al general alemán. Para ello, se preparó la Operación Flipper, un golpe de mano para secuestrar o asesinar a Rommel si no era posible su captura.

Para la Operación Flipper, lanzada en noviembre de 1941, los británicos pusieron a disposición del teniente coronel Geoffrey Keyes un pequeño grupo de comandos. Keyes, quien no era precisamente un ejemplo de líder militar, tenía informaciones que situaban a Rommel en Beda Littoria (Cirenaica, Libia). Así pues, los hombres de Keyes se hicieron a la mar y en una noche de perros, con un fuerte oleaje, dos submarinos emergieron cerca de las costas de Cirenaica. Las cosas comenzaron mal y varios hombres se ahogaron en el mar.

Una vez desembarcados, los hombres de Keyes se reunieron con el teniente Haselden, quien les informó de la presencia de fuerzas enemigas en la zona y les dio las instrucciones oportunas para esquivar a las tropas del Eje. Finalmente, el 17 de noviembre de 1941, al amparo de la noche y bajo lluvias torrenciales, Keyes y sus hombres se decidieron a atacar el edificio de Beda Littoria en el que se suponía que estaba Rommel. Entre la luz intermitente de los relámpagos, los británicos se aproximaron a la prefectura en la que esperaban encontrar a Rommel. Tras un desastroso asalto a la casa, combatierndo cuerpo a cuerpo, intercambiando disparos y lanzando granadas, los asaltantes pierden a sus jefes: el capitán Campbell cae herido en una pierna y Keyes muere.

Rommel no se haya en la vivienda y habiendo fracasado el plan, las fuerzas británicas se baten en retirada. Los alemanes comienzan a peinar las inmediaciones en busca de un comando británico. Los supervivientes del asalto se reunieron con el teniente coronel Laycock en la playa para hacerse a la mar en sus botes y reembarcar en los submarinos. Sin embargo, descubrieron que sus botes no estaban donde los habían escondido y que las inclemencias del tiempo hacían imposible echarse a la mar.

Finalmente, un grupo de árabes, movilizados por los italianos, terminó por descubrir a Laycock y sus hombres. Sobre los británicos cayeron numerosas fuerzas alemanas e italianas. En un principio, los británicos se las arreglaron para resistir, pero finalmente se separaron en pequeños grupos. Ante la presión del enemigo, se optó por que cada uno tratase de llegar por sus medios a las líneas aliadas. Solo Laycock y el sargento Terry pudieron llegar a salvo al amparo de las líneas británicas.

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