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Montecassino, el sangriento atolladero italiano

Con la conquista aliada de Sicilia en el verano de 1943, la guerra se trasladó a la península itálica, donde el mariscal de campo alemán Kesselring tenía la intención de contener al enemigo al sur de Roma.

El 5º Ejército de Mark Clark desembarcó en Salerno, mientras que el 8º Ejército británico hizo lo propio en Tarento. Tras una batalla a sangre y fuego en Salerno, los aliados tomaron Nápoles y su siguiente objetivo era Roma.

La capital italiana no tenía una gran importancia estratégica, pero si tenía un gran valor político y propagandístico. Mientras tanto, el 9 de octubre de 1943, las fuerzas alemanas prepararon un hospital en Montecassino. El 16 de octubre la población de la pequeña localidad italiana, temerosa de los ataques aéreos, decidió guarecerse en los sótanos del monasterio de Montecassino.

En su travesía hacia Roma, el 5º Ejército de Estados Unidos, en diciembre de 1943, se dirigió al valle del Liri. Sin embargo, la desembocadura del valle se ubicaba unos 20 kilómetros tras la Línea Bernhard.

Una orografía compleja dificultaría el avance aliado, pues se trataba de un terreno escarpado en el que había que transitar a través de precarios caminos. Ante los aliados se oponían elevaciones naturales que favorecían a los alemanes: monte Camino, La Difensa, Maggiore, monte Lungo, el Samucro y Montecassino, el punto fuerte de los alemanes en la Línea Gustav.

El 2 de diciembre comenzó la batalla de monte Camino con el ataque lanzado por la 56ª División británica. A pesar de los duros contraataques alemanes, que se prolongaron hasta el 6 de diciembre, los británicos lograron conservar la cima más elevada.

Por su parte, las fuerzas estadounidenses del 2º Cuerpo se dispusieron a asaltar los montes de la Difensa y Maggiore. Tras un intenso bombardeo de artillería, la 1ª Fuerza de Servicios Especiales, que eran tropas de élite de montaña canadienses y americanas, iniciaron sus operaciones, conquistando exitosamente la Difensa y alzándose con la victoria el 9 de diciembre de 1943.

Mientras tanto, los británicos tomaron monte Camino y la 36ª División de Estados Unidos se hizo con el monte Maggiore. En su dura progresión a través de Italia, los alemanes opusieron una obstinada resistencia en San Pietro Infine, que no cayó en manos estadounidenses hasta el 17 de diciembre.

Sin embargo, las tropas estadounidenses, como ocurría con la 45ª División de Estados Unidos, estaban extenuadas después de tan intensos combates, por lo que fueron relevados por soldados norteafricanos de la Francia Libre.

Tratando de dar salida al atolladero italiano, donde cada metro de terreno era disputado a sangre y fuego, los aliados planearon desembarcar al 6º Cuerpo en Anzio, tan solo a unos 50 kilómetros al sur de Roma.

Mientras tanto, Montecassino no se presentaba como un objetivo sencillo. Los alemanes habían reforzado sus posiciones, haciendo de aquel sector de la Línea Gustav su punto fuerte.

Las tropas norteafricanas del general Alphonse Juin pasaron a la ofensiva y lograron conquistar Sante Croce. Pero el 21 de enero de 1944, los estadounidenses sufrieron una matanza cuando intentaron cruzar el río Rápido.

Llegado el 24 de enero, los estadounidenses atacaron Cassino, mientras que las tropas norteafricanas de la Francia Libre tomaron el puerto de Abate el 26 de enero, que finalmente terminaron perdiendo ante los contraataques alemanes.

Entre el 1 y el 5 de febrero de 1944, los estadounidenses insistieron en sus ataques contra Montecassino. Sin embargo, la posición alemana era formidable y todos sus asaltos fueron rechazados. Y es que, los alemanes se defendían con gran determinación.

Con unas bajas espantosas, las fuerzas estadounidenses fueron relevadas por la 2ª División de Nueva Zelanda del general Freyberg. También llegaron la 4ª División india y la 78ª División británica. El 11 de febrero se encomendó la toma de Montecassino a los neozelandeses de Freyberg.

Freyberg insistía en que solo atacaría Montecassino si previamente era bombardeado con contundencia. Lanzar ataques aéreos contra Montecassino suponía provocar una destrucción absurda. De hecho, no había tropas alemanas en el monasterio y las fotografías aéreas no revelaban indicios de la presencia de soldados teutones.

La población civil y el abad se habían guarecido en los sótanos del monasterio hasta que la guerra llegó a Montecassino. Los tesoros y obras de arte que había albergado el monasterio, así como el abad, fueron enviados al Vaticano.

Freyberg insistía en bombardear Montecassino, pero el general Clark mostró su oposición. Finalmente, el general Alexander autorizó el bombardeo. Así, el 15 de febrero de 1944, los bombarderos B-17 estadounidenses arrojaron ingentes cantidades de bombas que acabaron con la basílica y arrasaron los edificios interiores. Sin embargo, los muros exteriores aún permanecían en pie.

Un bombardero estadounidense toma parte en los ataques aéreos a Montecassino el 15 de marzo de 1944.

 

Los alemanes, pese a estar aturdidos por los bombardeos, jugaban con un escenario que les era favorable, pues el mar de ruinas que era Montecassino proporcionaba ventaja a los defensores.

La 2ª División de Nueva Zelanda, la 4ª División india y la 78ª División británica atacaron justo después del furioso bombardeo. Los alemanes lograron mantener la posición y el 16 de febrero de 1944, después de que los cazabombarderos atacasen la zona, el Batallón de Sussex de la 7ª Brigada india se enzarzó en un durísimo combate a corta distancia. El asalto fracasó y el intento que los neozelandeses acometieron el 17 de febrero fue detenido.

Soldados neozelandeses con prisioneros alemanes en Montecassino.

 

Llegado el 18 de febrero y tras numerosas tentativas infructuosas, el general Alexander decidió que era el momento de dar un respiro a sus extenuadas fuerzas y ordenó cesar los enfrentamientos.

Por otro lado, el 20 de febrero, los coriáceos granaderos panzer alemanes que habían contenido las embestidas aliadas fueron relevados por los aguerridos paracaidistas germanos de la 1ª División.

Sin embargo, el cese de las hostilidades fue breve, pues el 15 de marzo, los aliados reanudaron los ataques aéreos. Seguidamente, la artillería abrió fuego sobre las posiciones germanas.

Paracaidistas alemanes abren fuego de mortero en Montecassino.

 

El Batallón Essex de la 5ª Brigada india atacó Rocca Janula y consiguió perforar las defensas alemanas. Después llegó el 1º Batallón del 9º Regimiento Gurja, abriéndose camino a través de la escarpada orografía y situándose a tan solo 400 metros de la castigada abadía.

Sin embargo, los paracaidistas alemanes, pese a haber sufrido devastadores bombardeos, lucharon con gran arrojo y, emergiendo de entre las ruinas y los parapetos, detuvieron el primer asalto. Los neozelandeses, apoyados por sus carros de combate Sherman, trataron de progresar a través de las ruinas en medio de encarnizados combates, sufriendo importantes pérdidas.

Los neozelandeses siguieron asaltando Montecassino a lo largo de distintos días, pero los alemanes se defendían con una fiereza inigualable. Duramente castigados, los nezoelandeses fueron retirados del frente el 22 de marzo. Era el momento de cancelar sangrientos e inútiles asaltos contra Montecassino.

Dándose una tregua, los aliados no volvieron a atacar hasta el 11 de mayo. Esta vez se apostó por una estrategia de envolvimiento frente a los costosos ataques frontales que se habían llevado a cabo en ofensivas anteriores. El honor de tomar Montecassino le correspondió a los bravos soldados del 2º Cuerpo polaco.

Tropas polacas en Montecassino.

 

Tras un bombardeo de artillería emprendido a las 23:00 horas, los polacos pasaron al ataque, combatiendo intensamente durante dos días sin lograr avanzar. Pese a que el frente alemán se desmoronaba en diversos puntos, los alemanes seguían resistiendo en Montecassino, enzarzados en una lucha sin cuartel con unos soldados polacos muy motivados.

Llegado el 15 de mayo de 1944, los canadienses se sumaron a la lucha.

El 17 de mayo de 1944 atacaron las fuerzas de la Francia Libre del general Juin, llegando al monte Rotondo y haciéndose con los caminos de Maio y Castelforte. Los alemanes, sorprendidos por la maniobra de las tropas de Juin, que avanzaban apoyados por miles de mulas, emprendieron la retirada.

Los soldados de Juin se habían internado peligrosamente tras las líneas alemanas, poniendo en jaque a las tropas de Kesselring. Ante lo precario de su situación, los alemanes huyeron al norte sigilosamente al abrigo de la oscuridad nocturna.

El 18 de mayo de 1944, después de varios días combatiendo encarnizadamente, los soldados polacos del 12º Regimiento entraron en la destrozada abadía. No mucho después, el 4 de junio de 1944, las tropas aliadas entraban en Roma.

Soldados polacos en la abadía de Montecassino.

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