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Españoles en la campaña de Noruega

La industria alemana requería el hierro de Suecia para poder continuar con la producción de material bélico. El hierro procedente de las minas suecas debía ser transportado desde la localidad portuaria de Narvik, en Noruega.

Todo ello condujo a un enfrentamiento directo en Noruega entre las fuerzas franco británicas y las tropas germanas. Por otra parte, con su presencia en Noruega, los aliados buscaban ayudar a Finlandia, que combatía contra la Unión Soviética. Sin embargo, Finlandia terminaría por ceder a las pretensiones soviéticas al firmar un acuerdo de paz con Rusia en marzo de 1940.

Por su parte, los alemanes se habían percatado de las intenciones aliadas y su atención se volvió hacia el norte. Uno de los episodios que sirvió de detonante fue el incidente del Altmark.

Todo comenzó cuando un 16 de febrero de 1940, el mercante alemán Altmark transportaba unos trescientos prisioneros británicos y el buque fue atacado por la Royal Navy. El barco alemán fue asaltado por los británicos en aguas noruegas mientras trataba de buscar refugio. Aquello suponía una flagrante violación de las normas de la guerra, pues se había atacado un buque alemán en aguas neutrales.

Las intenciones aliadas en Noruega y el citado incidente llevaron a los alemanes a atacar en el norte. Con escasa oposición, en la noche del 8 al 9 de abril, los alemanes conquistaban Dinamarca en cuestión de horas.

 

Todo estaba dispuesto para un enfrentamiento bélico en tierras noruegas. Entre las fuerzas francesas enviadas a Noruega se encontraban unidades como la 13ª Semibrigada de la Legión Extranjera, donde había una notable presencia de combatientes españoles que habían luchado en el bando republicano. La presencia de españoles era particularmente notoria en el 2º Batallón.

Estas tropas, acantonadas en Escocia, partieron rumbo a Noruega junto con soldados polacos y británicos. El mando de la expedición quedaba en manos de los británicos y se decidió que el desembarco se realizase en Harstad, en las islas Lofoten.

Pero la logística de la operación dejaba mucho que desear. Escaseaba el material para combatir en un lugar tan gélido como Noruega (esquís, gafas protectoras). Incluso había carencias de armamento pesado.

La ofensiva debía llevarse a cabo en un terreno escarpado, caracterizado por la presencia de pronunciados acantilados. Por ello, los aliados decidieron apostar por un movimiento de tenaza, envolviendo el fiordo. De este modo, los desembarcos de las tropas francesas del 1 de mayo de 1940 tuvieron lugar Bjervik y Gratanger.

Tropas de la Legión Extranjera se disponen a desembarcar en Noruega.

 

La Royal Navy cañoneó Bjervik y los legionarios recibieron un fuego desde los acantilados. Algunas embarcaciones se fueron a pique al ser alcanzadas y entre los españoles caídos se hallaban hombres como Clemente Belsa, Juan Lozano, Emili Blanc y Juan Garrido.

A pesar de la resistencia alemana, los soldados españoles se batieron con gran arrojo y pusieron en retirada a las fuerzas germanas. Especial mención merece la actuación del aragonés Espallargas. Tras tomar un pueblo reducido a ruinas, los legionarios se dieron al saqueo.

Evelgaard fue ocupado y se produjeron duros combates en la cota 220. Fue aquí donde la defensa alemana estuvo magistralmente dirigida por el general Eduard Dietl. De hecho, el modo en que Dietl dirigió la defensa de Narvik le convirtió en un héroe a los ojos de Alemania.

Soldados alemanes en las montañas de Narvik.

 

Después de que dos españoles fueran abatidos en el ascenso a la cota 220, el español Gayoso fue condecorado tras expulsar a los últimos alemanes que defendían la importante elevación de terreno.

Con el lago de Hartvik en su poder, los franceses prosiguieron acosando a los alemanes mientras se retiraban.

Los franceses continuaron abriéndose camino por la península de Oyjord y se dispusieron a caer sobre la estratégica localidad costera de Narvik en la noche del 27 al 28 de mayo. La orografía de Narvik recordaba a los españoles a Gibraltar.

Si bien los aliados disponían de superioridad numérica en tierra (24.000 soldados aliados frente a 4.000 soldados germanos), los alemanes eran dueños de los cielos. El general Auchinleck se disponía a lanzar el ataque cuando desde Londres se ordenó la retirada. Era imperativo disponer de todos los hombres posibles para defender el territorio británico.

Soldados franceses y noruegos.

 

La batalla de Francia arrojaba desastrosos resultados para los aliados. Las cosas no marchaban bien en Europa occidental. Bélgica, Holanda y Luxemburgo habían caído y Francia estaba a punto de desmoronarse. A pesar de las órdenes, los aliados pasaron al ataque en Narvik y los alemanes no tuvieron más opción que retirarse. Una vez más, los soldados aliados perpetraron saqueos.

Mientras perseguían a los alemanes, los legionarios se toparon con una desagradable sorpresa, pues los alemanes lanzaron un vagón con explosivos contra un túnel en el que se guarecían los legionarios, entre ellos los soldados españoles. La detonación causó bajas, aunque el vagón no llegó a penetrar en el fondo del túnel, donde hubiera provocado una verdadera masacre.

Sin embargo, los días transcurrían y se les agotaba el tiempo a las fuerzas aliadas en Noruega. Era imperativo abandonar el país a tiempo. Durante la retirada, los legionarios españoles rompieron a llorar al tener que dejar atrás a las mulas de las que habían cuidado durante tanto tiempo. Más aún, hubo españoles que prefirieron ejecutar a las mulas que abandonarlas a su suerte.

Entre el 4 y el 8 de junio, las fuerzas aliadas reembarcaron y se retiraron de Noruega. Con los aliados fuera de escena, Noruega poco podía oponer frente a la implacable maquinaria militar alemana. La campaña de Noruega había concluido y al país escandinavo le esperaban cinco largos años de ocupación.

Soldados británicos abandonan Noruega y embarcan de vuelta a Gran Bretaña.

 

Los datos sobre las bajas españolas en Narvik son muy confusos, si bien es cierto que en el cementerio de guerra francés de Narvik reposan los restos de 118 hombres. Los apellidos invitan a pensar que puede haber 25 españoles enterrados en el camposanto. También se sabe con seguridad que 3 españoles murieron ahogados en las Lofoten. En cualquier caso, habría que añadir los posibles heridos y varios muertos más en diversas circunstancias.

Para saber más sobre este episodio histórico recomiendo leer el libro La Legión Extranjera y sus españoles, del historiador Joaquín Mañes Postigo.

 

 

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