Corría la primavera de 1944 y Alemania ya había sido expulsada del norte de África. Los aliados habían conquistado Sicilia y luchaban en la península itálica. En el frente oriental, el ejército alemán había sufrido sonoras derrotas, pero Stalin seguía reclamando un segundo frente.
Así pues, los aliados se disponían a liberar Europa llevando a cabo un gran desembarco como primer paso. Francia, separada únicamente de Gran Bretaña por el canal de la Mancha, fue el país elegido para tan colosal operación.
Un total de 39 divisiones, respaldadas por una poderosa armada de 5.300 buques y una gran fuerza aérea de 11.000 aviones, llevarían a cabo el desembarco. Para tal propósito, sería necesario erigir un oleoducto denominado pluto y dos puertos artificiales, sin olvidar los aspectos logísticos, pues la fuerza de invasión requeriría un respaldo ferroviario de 20.000 vagones y 1.000 locomotoras.
En la Europa continental aguardaban las tropas alemanas bajo el mando del mariscal de campo Gerd Von Rundstedt. La calidad de las fuerzas germanas era muy variopinta. Las divisiones de las Waffen-SS estaban dotadas de buen armamento y las divisiones acorazadas eran verdaderamente temibles. Sin embargo, muchas tropas eran fuerzas de guarnición, unidades estáticas no dotadas de vehículos y conformadas por soldados de Europa oriental.
Mientras que Von Rundstedt abogaba por destruir al enemigo a medida que se adentraba en tierra, el mariscal Rommel era partidario de disponer de los carros de combate cerca de las playas para contraatacar rápidamente y aplastar el desembarco aliado.
El mariscal Rommel inspecciona las defensas costeras.
En Inglaterra, los aliados habían planeado desembarcar en Normandía, dividiendo la zona de desembarco en cinco cabezas de playa: Utah, Omaha, Gold, Juno y Sword. Utah y Omaha corresponderían al 1º Ejército de Estados Unidos, mientras que Gold, Juno y Sword eran responsabilidad del 2º Ejército británico.
Mientras tanto, los aliados jugaban al despiste, ejecutando maniobras de desembarco en playas de condiciones similares a las de Calais. Por su parte, Patton se hallaba al mando de un ejército ficticio en el condado de Kent. Falsos campamentos, maquetas y blindados hinchables y vehículos de lona servían como tapadera para los aliados.
A medida que avanzaban los entrenamientos y se acercaba la primavera, los bombardeos sobre los nudos ferroviarios franceses se intensificaron.
Cañón alemán perteneciente a la batería de Longues-sur-mer, Normandía.
Un total de 156.000 hombres tomarían parte en el Día D. Cinco divisiones de infantería y tres divisiones aerotransportadas. Para evitar que semejante contingente fuese detectado se lanzarían señuelos y se efectuarían ataques aéreos sobre las estaciones de radar alemanas emplazadas entre Cherburgo y el Escalda.
Todo parecía preparado para el desembarco cuando el 4 de junio, la adversa meteorología, marcada por las lluvias y el viento, obligó a los aliados a posponer la invasión. Por ello, el general Eisenhower, como comandante en jefe de los aliados, ordenó retrasar el desembarco para la madrugada del 6 de junio de 1944.
En Francia, los alemanes no creían que con semejante meteorología los aliados se hicieran a la mar. El 5 de junio, el mariscal Rommel viajó a Alemania para celebrar el cumpleaños de su esposa. ¡Gran error!
Sobre las 00:14 horas, los primeros paracaidistas comenzaron a saltar sobre Normandía. Los aerotransportaron lograron hacerse con el control del canal de Carentan y la esclusa de la Barquette.
Muñecos de goma con explosivos fueron lanzados para despistar a los alemanes en una noche de pesadilla e incertidumbre. Las tropas de las divisiones aerotransportadas 82ª y 101ª cayeron diseminadas y entremezcladas. De hecho, los paracaidistas estadounidenses perdieron buena parte de su material en tan caótico salto.
En el extremo oriental saltó la 6ª División Aerotransportada británica, tomando rápidamente el estratégico puente sobre el río Orne entre otros objetivos. Igualmente, resultó destacable el ataque de los hombres del 9º Batallón Paracaidista británico a la batería de Merville, donde de 700 hombres, solo se lograron reunir 150 que asaltaron exitosamente la batería de artillería.
Mientras planeadores y paracaidistas combatían en los campos y pueblos normandos, el desconcierto reinaba en los puestos de mando alemanes. ¿Se trataba de una fuerza de diversión que ocultaba un ataque mayor o realmente era la invasión?
Los paracaidistas estadounidenses se preparan para la invasión de Normandía. Cabe señalar que muchos soldados de la 101ª División Aerotransportada se cortaron el pelo al estilo mohicano, tal y como se observa en la fotografía.
Tras los ataques aerotransportados, llegó el turno de la infantería. En la playa Utah desembarcó la 4ª División de Infantería estadounidense. Si bien un error de navegación llegó a los estadounidenses a una playa equivocada, los hombres de la 4ª División improvisaron y prosiguieron con la invasión. Unos 22.000 hombres desembarcaron sin encontrar gran oposición en la playa Utah.
Pero la playa Omaha aguardaba sangrientas sorpresas para los estadounidenses. La zona estaba defendida por parte de la 352ª División alemana, una unidad de alta calidad. Sin duda era el punto más fuerte de los alemanes y, para colmo de males, las bombas del ataque aéreo previo no impactaron en sus objetivos.
Las tropas de la veterana 1ª División de Infantería de Estados Unidos y de la novata 29ª División de Infantería se enfrentaron a un verdadero holocausto en las arenas de la playa Omaha.
La fatalidad se cebó con quienes desembarcaron en Omaha, pues 29 carros de combate anfibios del 741º Batallón se hundieron en las frías aguas del canal de la Mancha. Solo cinco tanques llegaron a tierra para proporcionar apoyo a quienes luchaban en Omaha. De esos cinco tanques anfibios, dos fueron destruidos rápidamente.
Tropas estadounidenses desembarcan en la playa Omaha.
En Omaha los hombres llegaron ateridos y mareados, desplazándose torpemente con más de 30 kilos de equipo a sus espaldas. Los alemanes, guarecidos en sus fortines, tenían a tiro a los norteamericanos, que no tenían dónde ocultarse.
Solo los pequeños grupos que lograron ascender las pendientes herbosas, consiguieron abrir brechas en las defensas alemanas y evitar la catástrofe en la sangrienta Omaha. Al terminar el Día D, los estadounidenses habían perdido alrededor de 1.000 hombres en Omaha. Un precio muy elevado que hizo de Omaha una dolorosa victoria.
En Pointe du Hoc, el 2º Batallón Ranger protagonizó una importante acción de armas al escalar los acantilados bajo fuego y silenciar los cañones alemanes situados en las proximidades del promontorio. Bien es cierto que sufrieron cierta decepción al comprobar que los cañones no estaban en la costa, sino en un huerto cercano. En los combates por aquel promontorio, la fuerza de asalto de 225 hombres quedó reducida a 90 rangers, que tuvieron que resistir varios días hasta ser relevados.
En el sector británico, seis acorazados, 23 cruceros, 360 torpederos y 122 destructores se plantaron frente a las playas de Calvados. Las fuerzas navales aliadas apenas encontraron respuesta de sus oponentes alemanes. Bien respaldados por la aviación y la armada, los infantes británicos salieron de las playas y combatieron entre las fortificaciones y casas próximas a la costa.
Especialmente duros se tornaron los combates que canadienses y alemanes mantuvieron en la playa Juno. A pesar de ello, los coriáceos canadienses lograron progresar tierra adentro. Mientras, en la playa Gold, la 50ª División británica marchó rumbo al aeródromo de Carpiquet y en la playa Sword, donde la 3ª División británica, entre la cual estaban encuadrados los aguerridos comandos, partió de las playas con la intención de llegar a la ciudad de Caen.
Tropas británicas desembarcan en la playa Gold.
Sin embargo, las tentativas británicas de tomar Caen fueron contenidas gracias a los contraataques de la 21ª División Panzer, la única fuerza acorazada que los alemanes habían situado cerca de la costa. Los comandantes alemanes tardarían unas valiosas horas en recibir la autorización para desplegar sus fuerzas blindadas en Normandía.
En pleno Día D, los mandos alemanes no se hallaban en Normandía. Rommel había partido para celebrar el cumpleaños de su mujer en Alemania y el almirante Krancke, al frente de las fuerzas navales alemanas, se había desplazado a Burdeos el 5 de junio.
Hitler y el general Jodl, se retiraron a dormir a las 4 de la madrugada. Nadie logró reunir el valor necesario para despertarles e informarles de inmediato de los desembarcos aliados.
A pesar de los desembarcos aliados, Hitler siguió creyendo durante semanas que el desembarco de Normandía era una operación subsidiaria de una invasión aún mayor a través del paso de Calais.
Aunque no todos los objetivos se habían logrado y a que el desembarco casi fracasa en la playa Omaha, los aliados habían conseguido asentarse en las playas de Normandía. En los sucesivos días, el flujo de hombres y material siguió llegando a las costas normandas de manera ininterrumpida mientras las tropas terrestres aumentaban lentamente el tamaño de sus cabezas de puente.