Para el ejército nordista fue un terrible varapalo y, en julio de 1861, el general Irwin McDowell fue reemplazado por el general George Brinton McClellan. McClellan demostró ser un gran adiestrador de tropas, pues fortaleció la moral del ejército del Potomac y mostró ser un eficiente organizador. No obstante, McClellan demostraría ser un comandante excesivamente cauto.
El general McClellan
Por su parte, los confederados, dirigidos por el general Joseph Eggleston Johnston, que temían un ataque directo contra su capital Richmond, se situaron en las proximidades de Culpeper, un punto intermedio desde el que podrían detener cualquier ataque federal.
El general Johnston
Sin embargo, McClellan planificó un desembarco en la península de Virginia, seguido de un avance hasta Richmond. Tras reunir un total de 400 barcos, las tropas del norte desembarcaron sin contratiempos en la península de Virginia.
Pero, a medida que transcurrían los días, el avance de McClellan se tornaba excesivamente lento y las lluvias convirtieron la península de Virginia en un enorme barrizal. McClellan, siendo demasiado prudente, temía enfrentarse a unas fuerzas confederadas superiores en número. En realidad, solo se le oponían 11.000 confederados del general Magruder.
Los confederados se replegaron un día antes de que los cañones federales iniciasen su bombardeo sobre las defensas sudistas. El 5 de mayo de 1862, el ejército de McClellan combatió a la retaguardia confederada en Williamsburg. Se libraron duras refriegas y Jonhnston prosiguió con la retirada. McClellan hizo que su ejército avanzase por la península, siguiendo la orilla norte del río Chickahominy.
A finales de mayo de 1862, la Confederación sentía un gran temor por lo que podía ocurrir si las tropas federales que marchaban desde el norte enlazaban con el ejército de McClellan. Pero el general Johnston descubrió que las tropas federales situadas al norte se retiraban, por lo que decidió atacar a McClellan y, en particular, a los dos cuerpos federales situados al sur del Chickahominy.
La noche previa al ataque confederado, las lluvias desbordaron el río Chickahominy y dos cuerpos de las tropas nordistas quedaron incomunicados. Sin embargo, los confederados no sacaron partido de aquellas circunstancias.
La situación era muy peligrosa para la Confederación, pues las tropas más adelantadas del 4º Cuerpo de la Unión estaban a tan solo seis millas de Richmond, posicionadas entre el pantano de White Oak y el río Chickahominy. En el camino de Richmond a Williamsburg se había situado la división del general de brigada Silas Casey. Media milla a las espaldas de los hombres de Casey se hallaba la división del general Darius Coach, en Seven Pines, una encrucijada entre Williamsburg y Nine Mille.
Un total de cuatro regimientos respaldados por cañones se situaban en las proximidades de la Estación de Fair Oaks, una milla al norte de Seven Pines. Entre estas tropas y el río Chickahominy no había más fuerzas federales, lo que significaba que las tropas del norte no habían guarnecido bien su flanco derecho. Dos millas por detrás de Seven Pines había un puñado de hombres y a tres millas ya se hallaba el 3º Cuerpo de la Unión del general Heintzelman.
Los confederados pretendían atacar con la división del general D.H.Hill marchando por la carretera de Williamsburg y respaldados por la división del general de brigada Huger, que avanzaría por la carretera de Charles City. Por su parte, la división confederada del general Longstreet brindaría apoyo a Hill atacando desde el flanco izquierdo, abriéndose camino por Nine Mile Road y siendo seguidos por la división del general Whithing.
Actuando de una extraña manera, la división Longstreet se puso manos a la obra el 31 de mayo, siguiendo a D.H. Hilll en lugar de marchar por Nine Mile Road. Al tener que cruzar el arroyo Gillis, por el cuál fluía un importante caudal, los movimientos de los hombres de Longstreet se demoraron.
Por su parte, parte de las tropas de Longstreet, también estorbaron en su camino a la división del general Whithing. Ante semejante embotellamiento, Whithing solicitó que le abriesen paso para poder disponer a sus tropas en la posición planeada. Pero Johnston le ordenó permanecer donde se hallaba en aquel momento.
Hill empezaba a ponerse nervioso por la demora excesiva de los hombres de Huger que debían brindarle apoyo por su flanco derecho. Finalmente, a la una del mediodía emprendió el asaltó y obligó a retroceder a las tropas federales del general Silas Casey hasta Seven Pines.
Con el ataque confederado sumido en un gran atasco, solo una brigada del general Longstreet pudo sumarse al ataque de Hill. La confusión iba en aumento entre los confederados, pues Longstreet impartió órdenes contradictorias que implicaban e la mitad de sus fuerzas se unieran a Huger para caer sobre el flanco izquierdo de los nordistas. Sin embargo, los hombres de Longstreet no consiguieron progresos.
A las 4 de la tarde, Longstreet solicitó a Johnston que le enviasen a los hombres de Whiting desde Nine Mile Road para acabar con los federales. A aquellas alturas, la descoordinación era más que evidente y Johnston, que mandaba el conjunto de las fuerzas confederadas, tuvo que involucrarse en la batalla.
Así pues, Johnston envió a los soldados del general de brigada Hood hacia Seven Pines mientras él marchaba con dos brigadas por Nine Miles hacia la Estación de Fair Oaks. Pero el ataque de Johnston fue rechazado por las tropas federales del general de brigada Abercrombie. Llegado el momento, el 20º Cuerpo de la Unión del general Summer, logró acudir para apoyo de los cuerpos 3º y 4º del ejército federal.
La encarnizada lucha en Fair Oaks.
Johnston siguió combatiendo y llegaron dos brigadas confederadas más, pero la balanza parecía inclinarse del lado federal, que veía cómo aumentaban sus fuerzas en una proporción mayor.
Con la intensidad de los combates decayendo en Fair Oaks y Seven Pines, el general Johnston fue herido de gravedad y tuvo que ser evacuado del campo de batalla. Entonces, el general Gustavus W. Smith asumió el mando de las fuerzas confederadas.
Smith, con una salud precaria, mostró una pobre dirección en batalla, lo que dañó gravemente su reputación a ojos del presidente confederado Jefferson Davis. Al día siguiente de tomar el mando, Smith optó por no atacar en Fair Oaks y Longstreet no cumplió con las instrucciones de golpear en Seven Pines.
Llegado el 2 de junio de 1862, las divisiones de Longstreet y D. H. Hill estaban de vuelta en Richmond. Los confederados habían fracasado en su intento de destruir a las fuerzas federales en la península de Virginia. Las bajas sufridas por los sudistas se cifraron en 6.134 frente a 5.031 de los hombres de la Unión.
Con Johnston gravemente herido y la pobre dirección que había desempeñado el general Smith, los confederados plantearon cambios en sus mandos. Sería después de la batalla de Seven Pines cuando la Confederación otorgaría el liderazgo de sus tropas a Robert E. Lee, quien lograría destacadas victorias para el sur.
Resultado de la batalla de Fair Oaks.