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La lucha por los recursos en la Segunda Guerra Mundial

El acceso a recursos como el carbón, el petróleo y los alimentos condicionaron muchas acciones de la Segunda Guerra Mundial. Los avances de un ejército y la capacidad de subsistencia de las poblaciones de los países contendientes dependían de ello.

Materias primas como el carbón y el petróleo resultaron determinantes, pues las turbinas de las centrales eléctricas necesitaban ambos elementos para generar energía eléctrica.

Estados Unidos demostró llevar la delantera en cuanto a la disponibilidad de petróleo. De hecho, en vísperas del ataque de las fuerzas japonesas a Pearl Harbor, el gigante norteamericano era el responsable de la producción de dos terceras partes del combustible mundial.

Bombardeo a la refinería de Ploiesti, Rumanía.

 

Allí donde no llegaban las compañías petrolíferas estadounidenses estaban las empresas de sus aliados británicos. La Unión Soviética tampoco andaba escasa de petróleo, pues atesoraba el 10% del petróleo mundial.

Muy diferente era la situación de las potencias del Eje como Alemania y Japón, para las cuáles, la escasez de combustible se convirtió en un mal casi crónico. Antes de la guerra, Alemania se había abastecido del petróleo soviético, pero, con el estallido de la conflagración entre soviéticos y alemanes, el Tercer Reich se aprovisionó gracias a los yacimientos de petróleo rumanos.

Las campañas de bombardeos de los aliados y la destrucción de la flota mercante japonesa causaron severos problemas de abastecimiento en Alemania y Japón. Pese a ello, los alemanes, al igual que sus enemigos estadounidenses, obtuvieron cierto éxito a la hora de elaborar combustibles sintéticos.

Bien es cierto que la expansión de la Alemania nazi le permitió acceder a un mayor número de minerales básicos. Como consecuencia de la invasión alemana de la Unión Soviética, los germanos pasaron de disponer de 4 minerales estratégicos a 6 sobre un total de 21 minerales considerados de importancia estratégica.

Gran Bretaña y Estados Unidos, por el contrario, disponían de un más que notable abastecimiento de cobre y estaño gracias a que sus empresas explotaban los yacimientos de América Latina. Todo ello sin olvidar la ingente cantidad de minerales obtenidos por los británicos en sus colonias africanas.

La dotación de alimentos también tuvo un peso determinante en el conjunto de la Segunda Guerra Mundial. Una vez más, Estados Unidos destacó por su gran capacidad de producción alimentaria, convirtiéndose en el granero de la democracia. De hecho, el sector del cereal y los ganaderos lograron impulsar sus cifras de producción en un 25%. Un ejemplo muy ilustrativo fue que un acre de un agricultor estadounidense pasó de generar alimento para 10 personas a producir alimento para 15 personas.

La situación alimentaria no fue tan generosa para Gran Bretaña. Los británicos, aislados, se enfrentaban a los ataques que su flota mercante sufría en los mares. Bien es cierto que sus agricultores se esforzaron al máximo, incrementando la producción de cereales y patatas. Asimismo, los pescadores mantuvieron sus niveles de capturas en cifras similares a los años previos a la guerra. Por otra parte, la escasez de carne se trató de paliar gracias al comercio con proveedores de América Latina.

Sellando cupones de racionamiento en Gran Bretaña.

 

La población civil británica padeció las duras consecuencias de la escasez de alimentos y se impuso el racionamiento de productos como la carne, el té, los huevos, las pastas y las compotas. Esta escasez se debió en buena medida a la campaña de los submarinos alemanes, que acechaban a la flota británica en el Atlántico. Solo a partir de 1943, la situación comenzó a revertirse, pues llegaron importantes remesas de alimentos desde tierras estadounidenses.

Mientras tanto, Alemania aprovechaba los territorios ocupados para abastecerse de alimentos. En este sentido, Francia fue un país ampliamente explotado, pues hasta 400.000 agricultores franceses fueron utilizados para proporcionar alimento a Alemania.

Los pueblos ocupados padecieron las graves repercusiones de la ocupación. Los alemanes no dudaban en hacer pasar hambre a la población civil, como sucedió en Holanda y Francia, donde la dieta de sus habitantes cayó a las 2.000 kilocalorías diarias.

El invierno de 1944 en Holanda trajo consigo una dura hambruna fruto de las implacables políticas de ocupación nazi.

 

Igualmente dramático fue el caso de la Unión Soviética. Con la entrada de las tropas alemanas en la Unión Soviética, los rusos perdieron vastas extensiones de terreno. Todo ello provocó que, con la invasión alemana, los recursos alimentarios de la Unión Soviética descendieran en un 60%. Hubo que esperar hasta los años 50 para que los soviéticos recuperasen sus cifras de producción agraria previas a la guerra.

Bien es cierto que la Ley de Préstamo y Arriendo y el abastecimiento alimentario proporcionado por los estadounidenses contribuyó a mitigar en cierta medida la dramática situación soviética.

El petrolero Dixie Arrow es atacado y hundido por los submarinos alemanes.

 

No menos terrible fue la escasez alimentaria que sufrió Japón. Con el Imperio del Sol Naciente sometido a un implacable estrangulamiento económico y su flota mercante muy mermada, la dieta de un japonés llegó a superar por poco las mil kilocalorías diarias en 1945.

La gran necesidad de arroz en Japón llevó a los nipones a expoliar los recursos alimentarios de los coreanos, haciéndoles pasar hambre. Ante la escasez de arroz que se produjo en 1945, fueron muchos los que recurrieron al tofu como sustitutivo, un alimento que, curiosamente, se consideraba de pobres.

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