Tropas estadounidenses durante la batalla de las Ardenas, una de las últimas contraofensivas alemanas.
Hitler, deteriorado físicamente y alejado de la realidad, soñaba con un milagro que cambiase el curso de la guerra. La única decisión sensata de Hitler en los últimos meses de la guerra fue la de relevar al Reichsführer Himmler como comandante en jefe del Grupo de Ejércitos del Vístula.
Cuando el 12 de abril de 1945 Goebbels le informó de la muerte del presidente Roosevelt, creyó que la gran coalición aliada se fracturaría. Sin embargo, el milagro no se materializó.
Ya a comienzos de marzo de 1945, las tropas de Zhúkov habían expandido su cabeza de puente en el río Oder, mientras que los aliados occidentales se internaban en Alemania desde el oeste. Sin embargo, los aliados no querían arriesgar más vidas por conquistar un objetivo simbólico como Berlín. Así pues, la sangrienta tarea de tomar la capital del Reich le correspondía al ejército soviético.
Al norte se situaban las tropas de Rokossovski, en el centro los ejércitos de Zhúkov y al sur las fuerzas de Konev. Mientras tanto, Malinowski avanzaba hacia la conquista de Austria. El 13 de abril, los soviéticos entraban en Viena mientras Zhúkov se disponía a preparar su ofensiva contra Berlín.
El 16 de abril de 1945, miles de cañones soviéticos bombardearon el frente alemán en el río Oder. Tan solo unos 50 kilómetros separaban a los rusos de Berlín.
A pesar de la abrumadora superioridad numérica de los soviéticos, los alemanes resistieron durante cuatro días. Mientras tanto, en Berlín, Hitler permanecía oculto junto a su círculo más íntimo en el búnker erigido bajo el jardín de la Cancillería. Aquel búnker estaba a unos 15 metros bajo tierra y estaba cubierto con una gruesa capa de hormigón reforzado.
Durante sus últimos días, Hitler estaba física y mentalmente exhausto. Un ambiente de tensión y desesperación reinaba entre quienes pasaban sus últimos días junto a Hitler en el búnker. El Führer pasaba buena parte del tiempo estudiando los mapas y los símbolos de formaciones de combate inexistentes o muy mermadas. Durante las comidas, Hitler se mostraba más soportable y después jugaba con su perra Blondi y sus cachorros. En los últimos días del Tercer Reich, Hitler fantaseaba con grandes y milagrosas ofensivas que salvasen a Alemania. El dictador nazi vivía alejado de la cruda realidad.
El 20 de abril, Hitler condecoraba y felicitaba a unos muchachos de las Juventudes Hitlerianas por el arrojo mostrado en combate. Precisamente, ese acto sería uno de los últimos en los que Hitler fue fotografiado. Muchos de los jóvenes como los que Hitler condecoró, cayeron bajo el fuego enemigo. Bien es cierto que la mayoría de los combatientes alemanes lucharon hasta el final, aunque los hombres de las SS ahorcaron a quienes se negaban a seguir combatiendo.
Ese mismo día, las tropas de Zhúkov lograron abrir una brecha en el noroeste del cinturón exterior de la capital alemana. El día siguiente, la artillería soviética ya tenía a tiro Berlín y abría fuego contra la urbe. Llegado el 22 de abril, cinco ejércitos se internaban en el perímetro exterior y marchaban hacia Berlín.
En la capital germana se habían fortificado los sótanos y se habían erigido barricadas y obstáculos de hormigón. Los escombros y los vehículos destruidos bloqueaban las calles y los túneles del metro y la red de alcantarillado servían como vías de comunicación entre los distintos barrios. El último tren partió de Berlín el 16 de abril de 1945, dejando a sus habitantes y defensores en una situación desesperada, pues el agua y los alimentos eran claramente insuficientes.
Con el Tercer Reich desmoronándose, Göring envió un telegrama a Hitler en el que se postulaba como sucesor. Hitler respondió desposeyéndolo de todos sus cargos y ordenando su arresto. Otro jerarca nazi destituido fue el Reichsführer de las SS Heinrich Himmler, pues buscaba pactar la paz con los aliados.
Para sustituir a Göring como comandante en jefe de la Luftwaffe, Hitler designó al coronel general Robert Von Greim, quien aterrizó en un Berlín asediado gracias a la pericia de la aviadora alemana Hanna Reitsch.
Mientras tanto, Göering y otros jerarcas nazis como Von Ribbentrop y Himmler, ponían pies en polvorosa y trataban de escapar del descalabro de la Alemania nazi.
Por su parte, los soviéticos estrecharon el cerco sobre la capital, con los hombres de Zhúkov y Konev cerrando la pinza el 24 de abril. Un día después, el 25 de abril, después de largos años de guerra, las tropas estadounidenses y soviéticas se encontraban en la localidad alemana de Torgau.
Desde el Alto Mando alemán se dictaron órdenes que instaban a las fuerzas germanas a volcarse en la lucha contra los ejércitos soviéticos, sin importar las conquistas que lograsen los aliados occidentales.
En los compases finales de la guerra en Europa, soviéticos y estadounidenses se encuentran en la localidad alemana de Torgau.
El drama humano estaba servido en Berlín, millones de civiles habían quedado atrapados en la capital. Ante los soviéticos, los alemanes habían congregado una guarnición compuesta por soldados exhaustos y pobremente armados a la que había que añadir voluntarios franceses, holandeses, nórdicos, belgas y un puñado de españoles. La policía, la milicia de la Volkssturm y las Juventudes Hitlerianas también tomarían parte en la defensa de Berlín.
Se dio órdenes al 12º Ejército de Wenck que llegaba desde el oeste, al 9º Ejército de Busse que venía combatiendo desde el Oder y las fuerzas del general Steiner para que rompieran el cerco a Berlín.
Los alemanes atacaron a las 09:00 horas del 26 de abril, aunque los soviéticos lograron cerrar la brecha abierta por las fuerzas germanas. El 29 de abril, tropas del 12º Ejército lograron reunirse con los defensores de Potsdam, pero la respuesta soviética puso en retirada a los alemanes. A partir de entonces, ambos ejércitos huyeron rumbo al oeste, hacia el río Elba, pues era preferible rendirse a los estadounidenses que a sus acérrimos enemigos soviéticos.
La aviación soviética castigó Berlín desde el aire como antesala a un asalto masivo a la ciudad. Los alemanes, que habían erigido toda clase de obstáculos en las calles, tenían órdenes de defender cada calle. Sin embargo, los soviéticos avanzaron a través de patios y edificios. Todo ello los llevó a hacerse con el control de un importante número de manzanas para el día 27 de abril.
La destrucción de las pistas de aterrizaje por parte de los soviéticos impidió el aprovisionamiento de la guarnición de Berlín por vía aérea. Mientras tanto, en el sector central comenzaba una dura batalla, pues el Reichstag se alzaba ante los soviéticos como el gran premio final. Solo 500 metros separaban a los rusos del codiciado Reichstag.
Edificios como el Teatro Imperial, el Ministerio del Interior o el mismísimo Reichstag habían sido transformados en verdaderas fortalezas. Las puertas y ventanas se habían cubierto con vigas y cemento y se habían excavado trincheras y fosos anticarro.
En medio de la dura refriega callejera, las SS volaron las esclusas del Landwehr Kanal, inundando los túneles del metro para detener a los soviéticos. Si bien esta acción retrasó a los rusos, provocó la muerte de numerosos civiles que se habían refugiado en los túneles del metro.
Las malas noticias se acumulaban para Hitler y el 28 de abril era informado de la muerte del dictador italiano Benito Mussolini. El comandante de la guarnición de Berlín, el general Weidling, advirtió al Führer que sus hombres no podrían resistir más allá de veinticuatro horas, pues las municiones escaseaban. Hitler señaló que no permitiría ninguna rendición. Después, un telegrama del general Keitel comunicaba que los intentos por romper el cerco a Berlin habían fracasado.
En el Reichstag proseguía una lucha encarnizada y los soviéticos se disponían a lanzar un gran ataque para el 30 de abril. En la mañana del 30 de abril, los intentos soviéticos por tomar el parlamento resultaron tan sangrientos como infructuosos. Los alemanes se hallaban bien atrincherados y contaban con el apoyo de los potentes cañones de la torre antiaérea del zoológico.
El Reichstag después de la batalla de Berlín.
Hubo que esperar a la tarde para que los soviéticos consiguieran abrirse paso. Adentrándose a través de los boquetes de los muros, lograron internarse en el Reichstag, donde accedieron al vestíbulo circular. Se combatió sala por sala, incluso se luchó en las escaleras. Al finalizar el día, los soldados soviéticos accedieron al tejado e izaron la bandera roja sobre el Reichstag. Sin embargo, la lucha se prolongó hasta el 1 de mayo, pues aún había soldados alemanes defendiéndose a sangre y fuego en los sótanos.
Mientras los soviéticos se abrían camino por la capital en aquel sangriento 30 de abril, Hitler vivía sus últimas horas. El Führer, que se había casado el día anterior con su amante Eva Braun en una modesta celebración en su búnker, se suicidó. Eva Braun también optó por quitarse la vida. Así, los cadáveres de Hitler y Eva Braun fueron introducidos en unos embudos de bomba y rociados con gasolina antes de que se les prendiera fuego.
La noche del 30 de abril, el general Krebs se reunió con el general Chuikov para establecer negociaciones. Los soviéticos exigían la rendición incondicional, pero Goebbels y Bormann rechazaron la propuesta rusa.
El 1 de mayo, el almirante Doenitz, designado por Hitler como su sucesor, tomó el mando. Por su parte, el acérrimo nacionalsocialista Goebbels y su esposa, después de asesinar a sus hijos, se quitaron la vida. Quienes se hallaban en el búnker, intentaron darse a la fuga, pretendiendo escapar de Berlín y llegar a las líneas aliadas. La mayoría de ellos fueron apresados por las tropas soviéticas.
El 2 de mayo de 1945 concluía oficialmente la batalla de Berlín. El general Weidling se reunió con el general Chuikov y le ofreció la rendición de la ciudad. Fueron muchos los miembros de las SS que prefirieron el suicidio antes que caer en manos de los soviéticos.
La bandera soviética ondea en lo alto del Reichstag.
El cese oficial de las hostilidades no supuso el fin de la pesadilla. El ambiente en Berlín era desolador. La ciudad estaba devastada y el agua y los alimentos escaseaban. Las tropas soviéticas cometieron numerosos actos de saqueo y violación entre las calles de una ciudad arrasada por la guerra.
El 8 de mayo de 1945, los aliados proclamaban el Día de la Victoria en Europa. El júbilo se desataba en las calles de ciudades como Londres y Nueva York e incluso en los pueblos más pequeños tenían lugar celebraciones y las campanas de las iglesias repicaban.
Alemania firma la rendición ante los aliados en Reims.
Alemania fue dividida en cuatro zonas de ocupación: británica, estadounidense, soviética y francesa. Asimismo, Berlín también fue administrada de manera conjunta por los vencedores.
La capital alemana se hallaba en lo más profundo de la zona de ocupación soviética y las relaciones entre los aliados occidentales y la Unión Soviética se tornaron especialmente difíciles con el comienzo de la guerra fría. Los soviéticos cortaron el acceso a Berlín por carretera y los puentes aéreos demostraron ser cruciales para el abastecimiento del sector occidental de la ciudad.
Los británicos ante la Puerta de Brandeburgo en 1950, durante la ocupación aliada de Alemania.