La cobertura que dio la prensa del conflicto permitió saber qué estaba ocurriendo realmente. De hecho, Vietnam fue la primera guerra televisada. Bien es cierto que había periodistas que apenas salían del hotel y se documentaban únicamente siguiendo los informes diarios del Comando de Asistencia Militar para Vietnam. Sin embargo, hubo quienes se acercaron al combate todo lo posible, mostrando a la sociedad estadounidense los aspectos más crudos de la guerra.
Las imágenes del ataque comunista a la embajada norteamericana en Saigón en 1968 hicieron dudar al pueblo americano de las declaraciones del general Westmoreland, que afirmaba que estaban cerca de ganar la guerra. Asimismo, resultó especialmente dramática la fotografía tomada por Eddie Adams en la que el general survietnamita Nguyen Ngoc Loan ejecutaba sumariamente de un disparo en la cabeza al vietcong Nguyen Van Lem. La fuerza de las imágenes llevó a muchos estadounidenses a cuestionarse la participación en la guerra de Vietnam.
El fotógrafo Eddie Adams de Associated Press tomó la imagen del general de brigada survietnamita Nguyen Ngoc Loan ejecutando sumariamente al vietcong Nguyen Van Lem en las calles de Saigón.
Por su parte, el presentador Walter Cronkite, de la CBS, uno de los periodistas norteamericanos más respetados, viajó personalmente a Vietnam para cubrir la ofensiva del Tet. A su regreso de Vietnam señaló que la guerra se había estancado y que había que buscar una forma honorable de abandonar el conflicto. Se dice que, al escuchar las palabras de Cronkite, el presidente Johnson se volvió hacia su secretario de prensa y dijo que si había perdido a Cronkite había perdido al ciudadano medio.
El periodista Walter Cronkite en Vietnam, 1968.
Hay quienes afirman que el tratamiento que dio la prensa de la guerra de Vietnam hizo que Estados Unidos perdiera el conflicto, sin embargo, los periodistas se limitaron a mostrar lo que veían.
Los soldados estaban ávidos de noticias del mundo exterior. Para ello, necesitaban recurrir a emisoras de radio y prensa escrita. Esta necesidad de noticias y entretenimiento era proporcionada por periódicos como Stars and Stripes, que, aunque podían proporcionar cierto entretenimiento, seguían la línea oficial del gobierno.
Pero los panfletos antibelicistas llegaron a la línea del frente. Para ello, los soldados editaban sus propias publicaciones clandestinas. Entre 1967 y 1972 se editaron más de 240 publicaciones clandestinas. Se trataba de pequeñas ediciones de distribución limitada. Uno de los periódicos más destacados fue Grunt, que llegó a alcanzar una tirada de 30.000 ejemplares y en 1969 cambió su denominación por Grunt Free Press, subsistiendo hasta 1971.
Estas publicaciones llegaron a emitir opiniones antibelicistas. De hecho, en 1969, un periódico llegó a ofrecer una recompensa de 10.000 dólares a quien matase al teniente coronel Weldon Honeycutt, considerado por muchos el culpable de las espantosas cifras de bajas durante la batalla de la Colina de la Hamburguesa.
Batalla de la colina de la Hamburguesa, 1969.
El desgaste de la guerra de Vietnam pasó factura incluso al mismísimo presidente Johnson. Antes de la ofensiva del Tet, las encuestas eran favorables al presidente Johnson y todo hacía presagiar que sería reelegido. Sin embargo, después de la ofensiva del Tet, Johnson detuvo los ataques aéreos por encima del paralelo 20 y renunció a presentarse a las elecciones presidenciales de 1968.
A nivel social, la oposición a la guerra de Vietnam era algo manifiesto. De hecho, en marzo de 1965, 25.000 personas se manifestaron en Washington contra el envío de marines a Da Nang. Al comienzo de la guerra, en el verano de 1965, según las encuestas, dos tercios de los estadounidenses respaldaban la política de Johnson en Vietnam.
Sin embargo, a medida que las cifras de bajas se incrementaban y el conflicto se prolongaba, la sociedad norteamericana empezó a hastiarse de Vietnam. Otros elementos se añadieron a este trasfondo social, como la pobreza, el racismo o la gran influencia de la industria militar.
Estudiantes universitarios piden el regreso de las tropas estadounidenses en 1971.
Así, en octubre de 1967, era frecuente encontrar concentraciones que superaban los 50.000 manifestantes. Especial trascendencia tuvieron las manifestaciones de 1971 contra la invasión de Camboya, que contaron con un amplio respaldo de la comunidad universitaria. En cualquier caso, las manifestaciones tuvieron sus repercusiones en los soldados, que empezaron a preguntarse si realmente tenían buenos motivos por los que luchar.
El presidente Nixon, que sucedió a Johnson en el cargo tras vencer en las elecciones de 1968, prometió ganar la paz en Vietnam. Durante su mandato, impulsó la vietnamización. Mientras los estadounidenses reducían progresivamente su presencia militar en Vietnam, sus aliados survietnamitas asumían el peso de las operaciones militares.
Conscientes de la progresiva retirada de tropas de Vietnam, ningún soldado estadounidense quería ser el último en perder la vida. Antes de 1969, la moral norteamericana había sido fuerte, pero la ofensiva del Tet cambió todo eso.
Las deserciones aumentaron hasta que, en 1971, se producían 73,5 deserciones por cada 1.000 hombres. Asimismo, en 1970, se registraron 35 negativas individuales a combatir solo en la 1ª División de Caballería.
El consumo de drogas aumentó de manera alarmante, pues, en 1971, el 51% de los militares estadounidenses destinados en Vietnam fumaban marihuana. En ese mismo año, el 28% de los soldados estadounidenses consumían drogas duras. La marihuana, la heroína y el opio se habían convertido en algo cotidiano, pues eran drogas baratas y fácilmente accesibles.
Otro elemento a tener en cuenta fueron los asesinatos de oficiales. Estos homicidios se llevaban a cabo normalmente con granadas de fragmentación, por lo que se denominaron “fragging”. Entre 1969 y 1972 hubo constancia de 788 casos de “fragging”. En este sentido, la tropa comenzó a mostrar menos respeto hacia sus mandos y sus niveles de vestimenta empeoraron.
Modelo de granada de fragmentación utilizada en Vietnam.
El racismo fue otro elemento que no pasó desapercibido en las Fuerzas Armadas de los Estados Unidos. La segregación racial impuesta en la Segunda Guerra Mundial se eliminó durante la guerra de Corea. Muchos veteranos eran afroamericanos y también había numerosos hispanos entre los sargentos de las fuerzas especiales.
Después del combate, cuando se hallaban fuera de servicio, los soldados solían agruparse por razas. Prueba de ello era que los blancos alternaban en Saigón en el barrio de Tu Do, mientras que los negros se concentraban en Khan Hoy. Las tensiones raciales empeoraron con el asesinato de Martin Luther King en abril de 1968 y con la incorporación de afroamericanos de los guetos. En cualquier caso, de los aproximadamente 58.000 soldados norteamericanos que cayeron en Vietnam, más de 7.200 eran negros.