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Irena Sendler, el ángel de Varsovia

Irena Sendler nació en un pueblo llamado Ottock, a 23 kilómetros al sudeste de Varsovia. Su padre, Stanislaw Krzyzanowski, era médico y miembro del Partido Socialista Polaco. Como médico, atendía a pacientes sin recursos, la mayoría de ellos judíos. El padre de Irena falleció tras contagiarse de tifus cuando ella sólo tenía siete años. De su padre aprendió valores humanitarios y a ayudar a cualquier persona sin importar su nacionalidad o religión.

Como agradecimiento por los servicios de su padre, la comunidad judía financió los estudios de Irena, y de este modo, pudo trabajar como trabajadora social y como enfermera. Sin embargo, su vida cambió por completo cuando los nazis invadieron Polonia en septiembre de 1939. Con la ocupación alemana de Polonia, comenzó la persecución a los judíos.

Septiembre de 1939, las tropas alemanas invaden Polonia.

 

Era muy complicado burlar la vigilancia del gueto de Varsovia. Allí, permanecían encerradas hasta 400.000 personas rodeadas por un muro de tres metros y medio de alto coronado con alambre de espino.

La falta de higiene en el gueto provocó que se extendieran las enfermedades contagiosas. Los alemanes temían que el brote de tifus pudiera afectarles y no tuvieron más remedio que aceptar cualquier ayuda sanitaria. Fue así como Irena, ofreciéndose como enfermera voluntaria, logró entrar en el gueto. Gracias a ello pudieron introducir, medicamentos, ropa y alimentos.

A pesar de que, a partir de 1941, se castigaba con la muerte a quien ayuda a los judíos, Irena quedó horrorizada por el trato que recibían los judíos y por la crueldad que vio en el gueto de Varsovia.

Un cartel amenaza con terribles represalias para todo aquel que ayude a los judíos.

 

Para extraer a los primeros niños del gueto, Irena los subía a las ambulancias y declaraba que estaban gravemente enfermos de tifus. Sin embargo, aquella estrategia podía despertar sospechas entre los nazis. Los guardias podrían descubrir que siempre se utilizaba la excusa del tifus y que los evacuados siempre eran niños. Asimismo, era una estrategia demasiado lenta para extraer a un número importante de niños.

Irena Sendler utilizó hasta cinco métodos para extraer personas del gueto de Varsovia. Tenía que ir alternando sus ardides para evitar levantar sospechas entre los vigilantes del gueto. Así, algunos niños escaparon del gueto en ambulancias, ocultos bajo las camillas. Había quienes escapaban a través de los laberínticos juzgados del gueto. Incluso había niños que se ocultaban en sacos de patatas, cajas de herramientas y maletas. Los niños también se escondían entre sacos de arpillera, patatas, fardos de paja, alfalfa, montañas de ropa y basura. Incluso las cloacas eran utilizadas como vías de escape.

También engañaba a los nazis administrando potentes somníferos a los niños. De ese modo, los guardias del gueto creían que los niños habían muerto.

Como también señalabas, un bebé de pocas semanas fue depositado en una caja de madera con agujeros oculta entre un cargamento de materiales de construcción.

Irena Sendler sabía que no solo bastaba con extraer del gueto a los niños, sino que tenían derecho a una identidad propia. Para ello, creó un sistema que permitiese proteger sus verdaderas identidades y sus orígenes.

En una libreta anotaba a un lado el verdadero nombre del niño rescatado y el de los padres si se sabía y al lado, la identidad ficticia que les proporcionaba y la de sus familias de acogida. Después, en 1944, durante el levantamiento de Varsovia, guardó los registros en dos frascos de vidrio y lo enterró en el jardín de una vecina suya.

Al terminar la guerra, Irena desenterró los frascos y utilizó aquellos registros para localizar a los 2.500 niños y sus familias adoptivas. Trató de reunirlos con sus familias de origen, pero la mayoría habían sido ejecutados en los campos de exterminio nazis.

Judíos siendo arrestados tras el levantamiento del gueto de Varsovia en 1943.

 

Tras ser detenida en octubre de 1943, Irena fue interrogada, golpeada y torturada. Estos duros interrogatorios se prolongaron durante aproximadamente un mes. Sin embargo, Irena nunca reveló ningún nombre ni ninguna ubicación. Irena, dotada de una firme determinación, negó toda acusación. Estaba resuelta a proteger a los niños.

Fue condenada a muerte, pero el grupo de resistencia Zegota acudió en su ayuda. Para ello, sobornaron a los hombres encargados de su ejecución y un soldado le permitió escapar pocas horas antes de su ejecución programada. Al día siguiente, el nombre de Irena fue incluido en la lista de ejecuciones públicas.

Posteriormente, Irena Sendler vivió el resto de la guerra en la clandestinidad, ayudando como buenamente podía. De hecho, prestó ayuda como enfermera durante el levantamiento de Varsovia.

Después de la guerra volvió a contraer matrimonio y tuvo dos hijos. Estuvo muy vinculada a labores sociales. Sin embargo, sus afinidades hacia el Partido Socialista Polaco no fueron bien vistas por las autoridades comunistas que gobernaban Polonia durante la guerra fría. Irena Sendler no simpatizaba con el comunismo y deseaba que su pueblo recuperase las libertades individuales. De hecho, las autoridades comunistas ocultaron los nobles actos de Irena salvando a niños del holocausto. Así, Irena trató de llevar una vida discreta y apenas habló sobre su labor durante la Segunda Guerra Mundial.

Si bien al principio gozó de cierto reconocimiento local, las autoridades comunistas ocultaron sus hazañas e hicieron que su figura cayese en el olvido. En 1965, la institución israelí Yad Vashem le otorgó el título de Justa entre las Naciones.

Desafortunadamente, a diferencia de hombres como Oskar Schindler, la historia de Irena Sendler no tuvo tan amplia difusión. Hubo que esperar hasta 1999, cuando un grupo de estudiantes de un pueblo de Kansas narró su historia en una obra teatral tras leer en un viejo periódico que una mujer había salvado a 2.500 niños polacos. La hazaña de Sendler llamaría la atención de los guionistas estadounidenses y en 2009 la CBS estrenó un largometraje para televisión titulado Los niños de Irena Sendler.

En 2007, las autoridades polacas presentaron la candidatura de Irena Sendler al premio Nobel de la Paz, sin embargo, el galardón recayó en manos de Al Gore.

Con el fin del comunismo en Polonia, Irena Sendler volvió a recibir numerosos homenajes. Su valentía le valió el sobrenombre de El Ángel de Varsovia.

 

 

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