Reclutado a los dieciocho años por los japoneses fue destinado al ejército de Kwantung en Manchuria (China). En 1939, tras sobrevivir a la batalla de Jaljin Gol, disputada entre las fuerzas soviéticas y niponas, cayó prisionero de los rusos. Sus desventuras hicieron que fuese enviado a un campo de trabajo, pero su destino estaba a punto de dar un nuevo giro.
En 1941, las tropas alemanas se lanzaron a la Invasión de la Unión Soviética, y dado lo apurado de la situación, los soviéticos le obligaron a unirse al Ejército Rojo. Yang combatió en la batalla de Kharkov, donde nuevamente fue hecho prisionero. Esta vez cayó en manos de los alemanes.
El destino le llevó a integrarse en la Wehrmacht, formando parte de los denominados Ostbataillon. Fue destinado a la defensa de Normandía (Francia). El joven soldado se rindió a los paracaidistas estadounidenses, que en un primer momento pensaron que se trataba de un japonés. Tras su paso por un campo de prisioneros en Gran Bretaña decidió llevar una vida en el anonimato en Estados Unidos, país en el que falleció.