Guillermo Santamaría y Carlos López, dos apasionados del submarinismo, llevaban años queriendo zambullirse en las profundidades del Mar Rojo y bucear en lo que quedaba del Thistlegorm. Para quienes aman el buceo recreativo no es un pecio, sino “el pecio”, así es como se refiere Guillermo al Thistlegorm. Carlos, para quien suponía su inmersión número 100, tirando de sentido del humor, recuerda que los españoles llamaban jocosamente al barco “el Tigretón”. Añadiendo más sorna al asunto, Carlos echa la vista atrás y dice “era mi primer aniversario de boda y yo estaba en el Mar Rojo”.
Tras una sesión informativa sobre el Thistlegorm y lo que podían encontrar en su interior, los dos submarinistas se sumergieron en el agua desbordando ilusión. El corazón de ambos amigos latía con fuerza mientras descendían agarrados a un cabo y en la distancia vislumbraban el buque. Estaban a punto de cumplir un sueño.
Ambos recuerdan que lo primero que vieron fueron los proyectiles de los carros de combate. Prosiguieron con su inmersión, encontrando carbón y enormes botas de goma. Después se internaron en la primera bodega, donde encontraron camiones en cuyos compartimentos de carga se hallaban motocicletas apiladas de tres en tres. También hallaron fusiles Enfield, repuestos para los aviones y vehículos de transporte Bren Carrier. Concluyeron su exploración, pasaron por el cuarto del capitán del buque. El propio Carlos recuerda llevarse un susto cuando encontró a una enorme tortuga marina que moraba en el interior del barco.
Tanto Carlos como Guillermo declaran que “es necesario hacer al menos tres inmersiones para poder ver a fondo el Thistlegorm”. El pecio tiene mucho que ofrecer: la cubierta, las bodegas y las locomotoras. En el caso de las locomotoras, cuando las bombas impactaron en la proa del Thistlegorm, ambas salieron proyectadas fuera del barco.
Finalmente, Guillermo y Carlos concluyeron su viaje tocando la hélice del pecio. Dicen que quien toca la hélice del barco, volverá a hacer una inmersión, y ambos compañeros de fatigas, como submarinistas incansables, están decididos a regresar al SS Thistlegorm.