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Alemania, el camino hacia la guerra

El Tratado de Versalles, suscrito en 1919, impedía a Alemania contar con unas fuerzas armadas que superasen los 100.000 hombres, así como entre otras muchas sanciones, también le prohibía poseer grandes barcos de guerra y artillería.

A pesar de las importantes restricciones de Versalles, en marzo de 1919, el Reichswehr, con la colaboración de unas milicias nacionalistas denominadas Freikorps, contribuyó a sofocar una insurrección izquierdista. Una vez más, el Freikorps acudiría en apoyo del ejército en mayo de 1919.

Así pues, las fuerzas alemanas, bajo el mando del general Hans von Seeckt, estaban compuestas por 100.000 hombres, a los que se podían sumar otros 300.000 reservistas. En cuanto a los Freikorps, pese a que fueron disueltos, parte de su personal fue integrado en el Reichswehr.

El general Von Seeckt en un ejercicio del Reichswehr.

 

En cuanto a las milicias, muchos antiguos miembros de los Freikorps pasaron a formar de los Stalheelm o cascos de acero, que actuaron para hacer frente a las incursiones perpetradas por los polacos. Mientras tanto, en el seno del emergente Partido Nacionalsocialista surgían las SA (Sturm Abteilung).

Pese a las limitaciones impuestas por el Tratado de Versalles, Alemania proseguía con sus investigaciones en campos como la aeronáutica y la industria alemana producía transportes terrestres y elementos para la aviación militar. A su vez, Alemania se encargaba de formar nuevos pilotos.

De hecho, en los años 20, Heinz Guderian, comenzó a investigar sobre el papel de las unidades motorizadas y la aviación en la guerra. Tras varios ensayos con carros de combate de cartón y madera, concluyó que los carros de combate podían ser coordinados con las distintas armas del ejército y operar de manera independiente.

Guderian en 1929.

 

Sin embargo, un acontecimiento decisivo en el rearme alemán fue el ascenso al poder de Hitler en 1933. Al frente del Partido Nazi y de Alemania, Hitler se ganó a los generales asegurándoles que procedería a rearmar al país. Más aún, el 20 de julio, Hitler se encargó de legislar para eliminar la primacía de la jurisdicción civil sobre la jurisdicción militar.

Este rearme comenzó a plasmarse en el mismo año que Hitler tomó el poder. Al frente de las fuerzas aéreas puso al veterano aviador Hermann Goering, mientras que la defensa antiaérea y civil quedó encuadrada bajo el mando de la Unión Alemana de Defensa Aérea. Mientras tanto, se adquiría material militar para construir aviones de guerra y los pilotos de la Lufthansa viajaban a Italia para entrenarse en el combate aéreo.

Alemania proseguía con el incremento de su capacidad militar, abandonando de la Sociedad de Naciones el 14 de octubre de 1939 y la Conferencia de Desarme. Mientras tanto, la industria alemana, se volcaba en la producción de material bélico. De este modo, de las cadenas de producción salían carros de combate y aviones. En resumidas cuentas, se reconvertía la producción civil en producción militar.

Si bien la marina de guerra alemana había evitado construir buques que superasen el tonelaje y las dimensiones marcadas por Versalles, en 1931, antes de que Hitler tomase el poder, ya disponían de modernos buques como el Admiral Graf Spee, el Deutschland y el Admiral Scheer. Más aún, la actividad no se detenía en los astilleros alemanes, que en el periodo comprendido entre 1927 y 1934, llegaron a fabricar cinco cruceros.

El buque de guerra alemán Graf Spee en 1936.

 

En el plano político, la tensión crecía entre las filas nacionalsocialistas. Bien es cierto que las SA había sido uno de los instrumentos clave en los que Hitler se había apoyado a lo largo de su trayectoria política. Sin embargo, existían recelos entre los militares profesionales del ejército y una milicia de camorristas callejeros como las SA. Todo ello puso de manifiesto una más que tensa rivalidad entre el Reichswehr y las SA. De hecho, Ernst Roehm, que estaba al frente de los camisas pardas de las SA, había acumulado un gran poder e influencia.

Ante el obstáculo que Roehm suponía para los planes de Hitler, el Führer decidió apartar de su camino a Roehm. Hitler necesitaba un ejército fuerte y unido para Alemania y los camorristas de las SA eran impedimento para sus pretensiones. Por ello, acusó a Roehm de orquestar un golpe de estado y ordenó el arresto y asesinato de los jerarcas de las SA.

Así pues, el 30 de junio de 1934, en lo que se conoce como “la noche de los cuchillos largos”, los principales dirigentes de las SA fueron asesinados por las SS de Heinrich Himmler. Hasta 400 personas fueron asesinadas en semejante lucha de poder. El propio Roehm terminó siendo arrestado y ejecutado.

Como consecuencia de “la noche de los cuchillos largos”, las SS ganaron un gran poder político en Alemania y, en 1936, Heinrich Himmler ostentaba el mando de todas las fuerzas policiales germanas.

Con las SA fuera de la ecuación, Hitler incrementó su poder hasta tal punto que los miembros del Reichswehr debían jurar lealtad al Führer. El camino del rearme continuaba y Alemania trataba de hacer acopio de materias primas, procurándose importantes depósitos de combustible y multiplicando por dos la cantidad producida de acero en el transcurso de 1933 a 1935.

Hitler en una intervención en el Reichstag en marzo de 1933.

 

En medio de este importante rearme, la guerra acorazada cobró una gran importancia, especialmente cuando Heinz Guderian persuadió a Hitler de la importancia de los carros de combate como herramienta en sus planes de conquista. Así, en 1935, nacieron las fuerzas acorazadas alemanas.

Precisamente en 1935 Alemania retomaba el control del Sarre y, en contra de lo estipulado por el Tratado de Versalles, el 21 de mayo implantaba el servicio militar obligatorio. Al cumplir 20 años, los varones alemanes serían llamados a filas para cumplir con sus obligaciones militares, mientras que todo hombre alemán de entre 18 y 45 años podía ser llamado a filas en caso de guerra.

La Kriegsmarine también veía incrementado su poderío y su tamaño. De este modo, el almirante Raeder presentó un plan a Hitler para dotar a Alemania de una gran fuerza naval. El plan resultó ser excesivamente ambicioso y solo se produjeron 5 acorazados, 4 cruceros, un portaaviones cuya construcción no terminó y una cantidad insuficiente de submarinos.

Con el Tratado de Versalles prácticamente muerto, Alemania ocupó militarmente Renania en 1936. Pero, las intenciones de Alemania iban más allá de sus propias fronteras y la guerra civil española se presentaba como un banco de pruebas ideal para las tácticas alemanas.

Un bombardero Heinkel He 111 de la Legión Cóndor.

 

De este modo, la Alemania nazi puso al servicio del general Franco numerosos aviones de transporte Junkers Ju 52, así como también se creó la Legión Condor, una fuerza de combate mayormente aérea que brindo apoyo a las fuerzas terrestres de Franco. El conflicto de España permitió a Alemania probar sus aviones en combate, estamos hablando de aparatos como el Dornier Do 17, el Junkers Ju 87 Stuka, el Messerchmitt Bf 109, el Heinkel He 111, el Heinkel He 51 y el Heinkel He 112 entre muchos otros.

Piezas de artillería como el cañón de 88 milímetros debutaron en la batalla del Jarama y se revelaron ampliamente efectivas. Por el contrario, el carro de combate Panzer I, únicamente provisto de dos ametralladoras, se reveló insuficiente para combatir a los tanques soviéticos, por lo que los alemanes se volcaron en el diseño y la producción del más moderno tanque Panzer III.

Más allá de las lecciones extraídas en la guerra civil española, Hitler acaparaba un poder cada vez mayor en el ejército. Fruto de ello, se sirvió de falsas acusaciones para expulsar del ejército al mariscal Von Fristch y al ministro de la guerra Von Blomberg. Así, el mando supremo del ejército, denominado OKW, Oberkommando der Wehrmacht, quedó directamente en manos de Hitler, mientras que el general Wilhelm Keitel, se hizo cargo de las funciones del ministro de la guerra.

Pero los deseos de Hitler eran insaciables y las fronteras alemanas parecían quedársele pequeñas. Fue así como en 1938 Alemania se anexionó Austria, mientras sus tropas eran recibidas efusivamente por la población.

La anexión nazi fue muy bien recibida por los austríacos. En la imagen se observa a las fuerzas alemanas en Viena.

 

El riesgo de una nueva guerra mundial era más que evidente. Cualquier movimiento de Hitler podía provocar un nuevo conflicto. Esta vez, Hitler deseaba ocupar Checoslovaquia, aunque sus generales temían que se desencadenase una guerra, pues las fuerzas alemanas aún no estaban totalmente rearmadas.

Llegado octubre de 1938, Alemania tomó el control de los Sudetes gracias a las cesiones de Francia y Gran Bretaña. Pero un insatisfecho Hitler quería más y, ante la pasividad de las democracias liberales europeas, en marzo de 1939, toda Checoslovaquia fue ocupada por las tropas alemanas. Con Checoslovaquia en su poder, Alemania había integrado en su industria unas fábricas vitales en la producción de armamento.

Acuerdo de Munich. En esta ocasión, se concedió la entrega de los Sudetes a Alemania, circunstancia que no sació las ansias de expansión de Hitler. En la fotografía figuran Chamberlain, Daladier, Hitler y Mussolini.

 

Ahora bien, después de la ocupación de Checoslovaquia, no habría más concesiones. El siguiente movimiento de la Alemania nazi provocaría una guerra. A pesar de ello, Hitler puso sus ojos sobre Polonia. El 1 de septiembre de 1939 comenzaba la invasión y suponía el inicio de la Segunda Guerra Mundial.

Tropas alemanas violan la frontera con Polonia, es el comienzo de la Segunda Guerra Mundial.

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