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La destrucción del Eje en el norte de África

En el verano de 1942, el mundo parecía al borde del abismo. El 6º Ejército alemán comenzaba su ofensiva contra Stalingrado, la flota japonesa había sido derrotada en Midway y los marines combatían a sangre y fuego en la isla de Guadalcanal. En el norte de África, los británicos y la Commonwealth habían conseguido detener a Rommel en el Alamein tras derrotarlo el 30 de agosto de 1942.

Ambos ejércitos trataban de aprovisionarse antes de retomar la batalla, aunque la Royal Air Force, dueña y señora de los cielos, mandó a pique numerosos convoyes del Eje en el Mediterráneo.

Tras fracasar la tentativa de las fuerzas de Rommel en Alam Halfa, italianos y alemanes trataron de resguardarse tras vastos campos de minas. La situación del Eje en el norte de África comenzaba a ser precaria. Pese a sus recientes éxitos en Gazala y Tobruk, alemanes e italianos, habían sido víctimas de sus propios triunfos. Los suministros y repuestos escaseaban y los británicos habían recibido unos 500 tanques Sherman y Grant. De hecho, el eje también se hallaba en inferioridad en lo referente a cañones antitanque.

Rommel, el mítico comandante del Afrika Korps, a bordo de su vehículo de mando.

 

El desgaste era más que patente entre las filas del Eje, pues más de la mitad de los aprovisionamientos estaban en el fondo del mar, por no hablar de una alarmante escasez de combustible, dado que los tanques de Rommel solo disponían de la décima parte del carburante necesario.

El legendario Erwin Rommel, ascendido a mariscal de campo tras la conquista de Tobruk, también acusaba la fatiga. Debilitado de salud, abandonó temporalmente el norte de África para recuperarse en Europa.

Sin embargo, la segunda batalla de El Alamein supuso un dramático golpe para el Afrika Korps y sus aliados italianos. Ante lo urgente de la situación, Rommel tuvo que regresar desde Europa para asumir el mando. No mucho después, la situación del Eje en África se agravaba, pues el 8 de noviembre de 1942, las fuerzas angloamericanas desembarcaban en Marruecos y Argelia.

El 23 de octubre de 1942, el 8º Ejército británico del general Montgomery, con la moral restañada y bien reaprovisionado, lanzó una gran ofensiva en El Alamein. Unos 1.200 cañones castigaron las posiciones del Eje y los carros de combate Grant, Lee y Sherman, respaldados por la infantería, salieron al ataque. A pesar de la virulencia de la ofensiva, los hombres del 8º Ejército quedaron estancados en los grandes campos de minas de Rommel, también conocidos como “jardines del diablo”.

Montgomery estaba sometiendo a Rommel a una batalla de desgaste. Si bien los aliados podían reponer sus pérdidas, el Eje no. El Afrika Korps fue erosionado de tal manera que disponía de 90 tanques frente a los 800 británicos. En semejante tesitura, a Rommel no le quedaba otra opción que la retirada.

Disposición de fuerzas en la segunda batalla de El Alamein.

 

Pero Montgomery, excesivamente cauto, no aprovechó su más que ventajosa situación para caer sobre el Afrika Korps. Con la segunda batalla de El Alamein entrando en sus compases finales, las dos divisiones acorazadas del Afrika Korps suponían unos escasos 2.000 hombres y 30 carros de combate. Las pérdidas italianas eran aún peores. Por ello, Rommel ordenó la retirada a Fuka, que fue desautorizada por Hitler, quien pretendía que el Afrika Korps defendiese cada palmo de terreno.

La artillería británica abre fuego en El Alamein.

 

El 3 de noviembre la 51ª División británica y la 4ª División India trataron de romper la conexión entre las fuerzas del Eje y lo lograron. El 4 de noviembre de 1942, los aliados aprovecharon la brecha abierta en las líneas enemigas y Rommel, consciente de la debilidad de sus fuerzas, autorizó la retirada. El vapuleado Afrika Korps se batía en retirada a través de la carretera costera.

La lluvia acudió al rescate de Rommel y el barro detuvo la persecución británica. Igualmente, la prudencia de Montgomery, el temor a marchar de noche y a las estratagemas alemanas, ralentizaron el avance aliado.

Si bien la Royal Air Force atacó Sollum y Halfaya para provocar una congestión en las columnas del Eje, gracias a una acertada gestión del tráfico, el Afrika Korps logró superar el embotellamiento y proseguir con su huída.

No obstante, el peligro no había terminado para el Eje en África, pues el 8 de noviembre, británicos y estadounidenses habían desembarcado en Argelia. Esto dejaba a los alemanes e italianos atrapados entre dos fuegos, con el 8º Ejército británico persiguiéndoles desde el este y los angloamericanos aproximándose desde el oeste.

Operación Antorcha, tropas estadounidenses desembarcan en Argelia.

 

Conscientes de su arriesgada situación, los alemanes procedieron a ocupar militarmente las posesiones de la Francia de Vichy en Túnez. Y es que, Túnez ofrecía un reducto desde el que poder proseguir la guerra en África.

Si bien los aliados encontraron oposición durante los primeros días de la invasión de Marruecos y Argelia, las tropas de Vichy terminaron por cambiar de bando. Con las colonias francesas uniéndose a los aliados, Francia regresaba activamente a la guerra.

El material militar y las tropas alemanas llegan a Túnez.

 

Mientras, el 11 de noviembre de 1942, las fuerzas británicas reanudaron la persecución de lo que quedaba del Afrika Korps. A un coste de 13.000 bajas, los británicos capturaron a 20.000 italianos y 10.000 alemanes, sin olvidar las ingentes cantidades de material enemigo abandonado.

En Túnez, británicos, estadounidenses y franceses, habían sido incapaces de desalojar a los 25.000 alemanes del general Von Arnim. Con la campaña tunecina estancada y, tras sufrir varias decepciones y reveses, llegada la Navidad de 1942, las tropas aliadas se tomaron un respiro en Túnez.

Rommel dejó Tripolitania a merced del 8º Ejército y Hitler continuó enviando ingentes refuerzos a Túnez. Llegado el 23 de enero de 1943, el 8º Ejército británico entraba en Trípoli. Rommel prosiguió con la retirada y resguardó a sus fuerzas tras la Línea Mareth, una vieja red de fortificaciones francesas situada al sur de Túnez.

El siempre precavido Montgomery esperó a disponer de la totalidad de sus fuerzas para atacar. Era diciembre de 1942 y, para cuando el 8º Ejército atacó, la mayor parte de las fuerzas de Rommel habían logrado escapar.

Los italianos enviaban más refuerzos a Túnez, pero la Royal Air Force no dejaba de hundir sus convoyes. Ahora bien, el 14 de febrero de 1943, las tropas del Eje lanzaron un gran contraataque en el paso de Kasserine. Los estadounidenses, vapuleados, pusieron pies en polvorosa. De hecho, la batalla del paso de Kasserine fue una de las mayores derrotas militares sufridas por Estados Unidos. A pesar del éxito táctico, Rommel no pudo sacar provecho de su triunfo en Kasserine.

Carro de combate pesado alemán Tigre en Túnez.

 

A medida que transcurrían las semanas, la posición del Eje en Túnez se debilitaba y el 8º Ejército británico proseguía atacando la Línea Mareth. Pese a que el final en África era inevitable, Alemania e Italia enviaban más hombres y material a Túnez. Más de 200.000 hombres intentaban detener las imparables acometidas aliadas.

Tropas estadounidenses en Kasserine, Túnez.

 

A principios de marzo, una tentativa de Rommel contra los británicos en Medenine fracasó. El estado de salud de Rommel volvió a empeorar y el fatigado y enfermo mariscal de campo voló a Roma para recuperarse. De este modo, el 9 de marzo de 1943, el mando de todas las tropas del Eje en Túnez quedaba en manos del general Von Arnim.

En el sur de Túnez, el curtido 8º Ejército británico y sus sucesivos ataques, dieron lugar a una intensa lucha en la Línea Mareth. La insistencia de los británicos forzó a los alemanes a retirarse y, por fin, el 17 de abril de 1943, el 8º Ejército que había combatido incansablemente desde Egipto, enlazaba con sus aliados estadounidenses.

Las tropas angloamericanas tenían a alemanes e italianos acorralados en su reducto de Túnez. Las comunicaciones con Sicilia fueron cortadas y la escasez de suministros llegó a niveles más que preocupantes entre las fuerzas del Eje. Por su parte, Von Arnim emprendió un desesperado ataque que fracasó.

Dos divisiones del 8º Ejército británico marcharon hasta el valle del Medjerda para unirse a otras tres divisiones. Las restantes divisiones aliadas atacaron en distintos puntos, de tal manera que se dividió a las fuerzas alemanas e italianas.

Con las cinco divisiones que habían maniobrado, los aliados concentraron el grueso de su potencia de fuego y el 7 de mayo de 1943, perforaron las líneas del Eje. Al atardecer los británicos llegaban a la ciudad de Túnez y los estadounidenses alcanzaban Bizerta. Las tropas del Eje habían quedado atrapadas en Túnez y cualquier posibilidad de retirada había sido neutralizada.

Carros de combate británicos durante la liberación de la ciudad de Túnez.

 

La armada aliada trató de detener la evacuación del Eje, situándose en las costas de Túnez, mientras que la aviación atacaba las instalaciones portuarias. El 10 de mayo de 1943 la situación ya era insostenible y las rendiciones empezaban a ser numerosas. Llegado el 12 de mayo de 1943, el general Von Arnim se rindió. Alrededor de 250.000 soldados del Eje habían sido hechos prisioneros con la caída de Túnez. La guerra en el norte de África había terminado y el siguiente paso era la invasión aliada de Sicilia.

Para saber más sobre la campaña del norte de África recomiendo leer los dos volúmenes de Duelo en el desierto de Antonio Muñoz Lorente y el libro Un ejército al amanecer, de Rick Atkinson.

 

 

 

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