Dada lo importante que resultaba Islandia y su estratégica situación para una guerra en el Atlántico contra los submarinos alemanes, los británicos decidieron que la mejor opción era invadir la isla.
Se planificó la conquista de Islandia y la acción militar recibió el nombre de Operación Fork. Unos 746 hombres del 2º Batallón de los Marines Reales, apoyados por 2 cruceros y 2 destructores fueron enviados para invadir Islandia.
El 10 de mayo de 1940, las tropas entraron en Reikiavik, la capital islandesa, sin encontrar resistencia. Los islandeses no podían hacer nada frente al poderío militar británico, mientras que los marines ocuparon el país rápidamente y se prepararon para defenderse de un posible contraataque alemán.
El Primer Ministro islandés Herman Jónnason protestó ante la invasión británica y declaró que la neutralidad de su país había sido violada. Por su parte, el Primer Ministro británico Winston Churchill respondió ofreciendo relaciones comerciales favorables para los islandeses y prometió que se garantizaría la independencia de Islandia sobre Dinamarca.
Los británicos arrestaron a los alemanes que se hallaban presentes en Islandia y los enviaron a campos de prisioneros. También se encargaron de tomar los centros de comunicaciones y las oficinas meteorológicas. Los marines británicos fueron relevados por tropas del Ejército, a las que posteriormente se sumaron fuerzas canadienses.
Ante los recelos que provocó la ocupación británica, fuerzas militares de los Estados Unidos terminaron haciéndose cargo de la ocupación de la isla.
La Operación Fork logró su objetivo de prevenir una invasión alemana en Islandia. Sin embargo, Hitler solo mostró cierto interés cuando los británicos planificaron la invasión de Islandia. La Operación Ícaro, el plan alemán para la conquista de Islandia no llegó a ponerse en marcha debido a las dificultades logísticas que planteaba.