A medida que transcurría el año 1945, los estadounidenses se acercaban más a Japón. La apacible isla de Okinawa era el último obstáculo que debían salvar los norteamericanos antes de desembarcar en las islas principales de Japón. Cuanto más se acercaban a Japón, más encarnizada era la resistencia de los soldados nipones. Tarawa, Saipán, Peleliu e Iwo Jima eran nombres grabados a fuego en las mentes de los marines por la fiereza de los combates.