En los años 30, Japón se convirtió en la gran potencia asiática, experimentando un espectacular desarrollo industrial y creando una poderosa armada dirigida por el más que competente almirante Isoroku Yamamoto.
Uno de los asedios más salvajes de la Segunda Guerra Mundial tuvo lugar en la ciudad rusa de Leningrado, que soportó un asedio de aproximadamente dos años y medio.
Envuelto en un aura de secretismo, los aliados prepararon la apertura de un segundo frente en Europa: el Día D. La Operación Overlord fue el resultado de una combinación de medios logísticos, humanos y de un gran esfuerzo de inteligencia.