Descifrar los códigos enemigos siempre ha sido una obsesión de la Inteligencia Militar. Conocer los movimientos de tu adversario siempre te aporta una importante ventaja. Precisamente, en la Segunda Guerra Mundial, en el frente del Pacífico, los descifradores de códigos estadounidenses, lograron descifrar la clave “púrpura” de sus oponentes japoneses. En 1943, un importante cerebro de la Armada Imperial iba a caer víctima de una clave descifrada.