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Orden 227: ¡Ni un paso atrás!

El 22 de junio de 1941, las fuerzas alemanas cruzaron la frontera con la Unión Soviética e irrumpieron con contundencia arrollando a las tropas de Stalin. De ese modo, Hitler se embarcaba en una cruzada contra el bolchevismo que terminaría por ser la tumba del Ejército alemán y del Tercer Reich. Inicialmente, las tropas alemanas, se las arreglaron para cosechar fáciles victorias y capturar cientos de miles de prisioneros rusos. Divididos en tres frentes, centro, norte y sur, los ejércitos alemanes avanzaban imparables hacia las principales ciudades rusas. Ante las grandes extensiones de terreno perdidas por las fuerzas soviéticas, Stalin dictó la Orden 227.

Izando la bandera en Iwo Jima

La batalla de Iwo Jima es recordada como una de las más sangrientas de la guerra del Pacífico. Entre febrero y marzo de 1945, hasta tres divisiones de marines se vieron implicadas en los combates contra la decidida guarnición japonesa. La lucha por la diminuta isla fue una pesadilla tanto para atacantes como para defensores. Sin embargo, en Iwo Jima, se tomó una fotografía memorable, estamos hablando de la imagen en la que un grupo de marines alzan la bandera sobre el monte Suribachi. Quiero contaros su historia.

El último soldado japonés en rendirse

En la Segunda Guerra Mundial, la campaña del Pacífico estuvo marcada por una sangriente lucha en diminutas islas perdidas en un vasto océano. Los marines y soldados de Estados Unidos se enfrentaban a nipones dispuestos a luchar hasta la muerte. El fanatismo japonés había hecho interiorizar el código del bushido a las tropas del Ejército Imperial de tal manera, que era preferible la muerte a una deshonrosa rendición. Esta es una historia de a lo que llevó el fanatismo militar nipón a uno de sus soldados, el último japonés en rendirse.