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David

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Jueves, 02 Marzo 2017 23:23

La ejecución del soldado Slovik

Quiero contaros la triste historia del soldado Eddie Slovik, el único estadounidense ejecutado por deserción durante la Segunda Guerra Mundial. De las miles de penas por deserción entre las filas norteamericanas, solo unos pocos fueron condenados a muerte, sin embargo, el único hombre en ser ejecutado fue el soldado Slovik.
Quiero contaros la espeluznante historia de cómo cientos de soldados japoneses murieron devorados por cocodrilos y sufrieron enfermedades tropicales y picaduras de insectos y serpientes en la isla de Ramree. Corría el año 1945 y las fuerzas británicas e indias se lanzaron a la reconquista de Birmania. Uno de sus objetivos era capturar la isla de Ramree. En enero de 1945, las fuerzas aliadas compuestas por infantería de marina británica y soldados indios desembarcaron en Ramree.
Quiero dedicarle un espacio en mi blog a una persona muy polifacética: la asturiana Lucía Fernández. Lucía es antropóloga y licenciada en Bellas Artes, tiene una importante vocación docente y muestra un gran interés por todo lo relacionado con la Historia. Hasta tal punto ha llegado su afición por la Historia, que se ha zambullido en el mundo de la recreación histórica.
El 1 de octubre de 1943 entraron las tropas aliadas en la ciudad de Nápoles. Los italianos recibieron con efusividad a sus liberadores británicos y estadounidenses, atrás quedaba el reinado de terror instaurado durante la ocupación alemana. Los aliados encontraron una ciudad destruida: el puerto, la central telefónica, los puentes de la ciudad, los generadores y las subestaciones eléctricas habían sido demolidos. En su retirada, los alemanes tuvieron tiempo para las atrocidades culturales: la biblioteca de la Real Sociedad Italiana fue quemada y los archivos municipales y cincuenta mil volúmenes de la Universidad de Nápoles corrieron la misma suerte. Sin embargo, la llegada de los aliados parecía traer tiempos mejores. Ésto no resultó ser así, la vida en el Nápoles de 1943 y 1944 estaba lejos de una liberación idílica.
Hoy voy a hablaros de una extremeña nacida en Cáceres que desborda talento. Se llama Sara Herrera Galea y a una temprana edad ya era una apasionada del dibujo. Se formó en la Escuela de Bellas Artes Eulogio Blasco.
El mes pasado leí "¡Japón ganó la guerra!", escrito por historiador y periodista Jesús Hernández. Se trata de una historia desconocida para el público. La obra versa sobre una fanática secta nipona que cometió crímenes estremecedores entre la colonia japonesa de Brasil poco después de que concluyese la guerra.
Una vez Churchill le dijo a Stalin que en tiempos de guerra la verdad debía ir escoltada por mentiras. Este es el caso de un ingenioso plan llevado a cabo por los aliados: la Operación Carne Picada. El 30 de abril de 1943 apareció en las costas de Huelva el cadáver de un oficial británico llamado William Martin. El comandante Martin llevaba un maletín encadenado a su cuerpo.
Voy a contaros una pequeña historia sobre el alcohol en tiempos de guerra. El consumo de alcohol y otras drogas siempre ha sido muy habitual en todos los ejércitos, pues muchos soldados consieraban que la bebida les ayudaba a sobrellevar la crudeza de los combates y el estrés de la guerra.
Enmarcado en la novela histórica encontramos un subgénero olvidado, maltratado incluso: la novela bélica. Hoy en día, en nuestras librerías, al acudir a las secciones de ficción histórica encontramos abundantes obras sobre grandes civilizaciones occidentales como Grecia y Roma y un sinfín de novelas ambientadas en la Edad Media. Sin embargo, desde hace mucho tiempo, cada vez que buscaba algún libro de ficción que se inspirase en las batallas de la Segunda Guerra Mundial me iba de vacío.