La guerra de Crimea fue el resultado del estallido entre las tensiones entre Francia, Gran Bretaña y el Imperio Ruso. Con un Imperio otomano en decadencia, Rusia mostró sus ansias expansionistas, reclamando la custodia de los Santos Lugares. Francia y Gran Bretaña se negaban a asumir semejantes pretensiones y la movilización de las tropas rusas provocó la intervención de Francia y Gran Bretaña, que desembarcaron una fuerza expedicionaria en la península de Crimea.